“Presente!” Decía mi pequeña Elena, de tres años, cada vez que mencionaban un nombre en el llamado a lista en la instalación del Congreso.
“Presente!” Allí, con su atención, dulzura e inocencia de niña estaba, nuevamente, Elena dándome una lección; diciendo presente, también, por los ausentes. Recordándome que por eso siempre quise ser congresista, para ser la voz de quienes no la tienen o de quienes no son escuchados. La voz de los ausentes: presente!
Estar presente, vivir el presente, regalar un presente. Eso fue lo que sucedió cuando juré cumplir fielmente la Constitución y las leyes de mi país, cuando oficialmente me hice representante a la Cámara.
Un presente que viví acompañada del acumulado de abrazos, de consejos y de ilusiones de mis abuelitas. Llegaron con su caminar pausado y sereno las dos mujeres que criaron a mis padres, que han sufrido el dolor de la muerte violenta que trajo la guerra y que han superado con gran coraje esa y otras situaciones. Se siente bien honrar la vida de quienes confían sus sueños en uno, como mis abuelitas, mi mamá, mis hermanas, mi esposo, mis amigos y quienes votaron por mí; honraré su confianza con un trabajo comprometido por hacer de nuestro país un lugar mejor para vivir, que respete la existencia plena de sus habitantes, que preserve y defienda la paz como el camino que debemos transitar todos.
La paz es nuestro presente y de nosotros, todos, depende que sea nuestro futuro.
Mientras acompañaba al presidente Santos en su recorrido al Capitolio pensaba en este presente que vivo, qué gran desafío hacer parte de este nuevo Congreso, una representación histórica que da cuenta de lo que podemos llegar a ser como Nación si nos dedicamos a pensar en las víctimas, en el pobre, en el descartado.
Qué grandes podemos llegar a ser si nos empeñamos en sacar lo mejor de nosotros para el servicio de los demás, si trabajamos con lo mejor de nosotros seguro que podremos sacar lo mejor de los demás. Esta lección la aprendí de mi mentor, el profe Mockus; qué honor acompañarlo en su llegada al Congreso y qué privilegio ser su equipo en la Cámara.
La presencia de Antanas en el Senado enriquece este momento que vivimos cuando son necesarias las acciones pedagógicas y simbólicas en el escenario donde se gestan las normas y las leyes de nuestro país. El salón elíptico del capitolio nacional congrega al país entero, debe ser un lugar de reflexión, de diálogo, de atención, de respeto, por eso Antanas y yo estamos seguros que confiar en el Congreso todavía se puede: la vida, la educación y la cultura ciudadana, ¡presentes!
“Mamá, mamá, eres tú”, sí, Elena. Katherine Miranda, representante a la Cámara por Bogotá, ¡presente!