La famosa frase que conmociona a Colombia tras escándalos proporcionados por figuras políticas y públicas que intentan ejercer poder ante las autoridades, me hizo pensar en qué tanto conocía al presidente electo Iván Duque.
Las elecciones del 2018 estuvieron cargadas de incertidumbre, para muchos colombianos cualquiera de las opciones en segunda vuelta era un salto al vacío. En un país tan diferente, donde las oportunidades de un buen trabajo son escasas y las desigualdades tan abismales, el reto del nuevo presidente Iván Duque es toda una hazaña. Entonces, tenía que identificar ¿cuáles son las fortalezas que tiene Duque para enfrentar los desafíos para este cuatreño?
La primera, gobernar tal como lo dijo en su discurso de posesión: “libre de odios, de revanchas, de mezquindades”, construir un país “por encima de las diferencias y encontrar puntos que nos unan”. Gobernar con una Colombia divida es un desafío que el presidente más joven de este siglo XXI debe cumplir, disminuyendo la polarización y llegando a consensos políticos sin generar sesgos.
El segundo reto frente al proceso de paz es mucho más grande, pues deberá “ajustarlo” sin que el país vuelva al estado permanente de guerra que perduró por más de 50 años y cuyos muertos permanecen aún en nuestra memoria. Ésta es tal vez la motivación por la que escribo, pues a pesar que no comparto algunas propuestas de la nueva presidencia, considero que es mejor ver la luz en la gobernabilidad que criticarla perdiendo la esperanza.
Mi esperanza se alienta en la propuesta de gobierno: “Aumentar la participación de la mujer en el liderazgo económico y político de Colombia”; ( https://s3.amazonaws.com/ivanduquewebsite/static/mujeres.pdf) lo que efectivamente se materializó con un gabinete paritario donde la representación de la mujer cobra importancia, mostrando su interés por incluirlas de manera igualitaria en altos cargos así como en sus comités. No en vano ha nombrado en el Ministerio del Interior a Nancy Patricia Gutiérrez, en el Ministerio de Justicia y del Derecho a Gloria Borrero, en el Ministerio de Minas y Energía a María Fernanda Suárez, quien a su vez tiene como viceministra a Carolina Rojas Hayes , en el Ministerio de Educación a María Victoria Ángulo, en el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones a Silvia Constaín, en el Ministerio de Cultura a Carmen Inés Vásquez y en el Ministerio de Transporte a Ángela María Orozco. Serán estas mujeres quienes tendrá que demostrar que la guerra no puede ser el camino de la reconciliación y que la única forma de gobernar sin mezquindades es llegando a acuerdos donde todos estemos incluidos.
La participación de los jóvenes también es algo que alentó mi esperanza, pues a pesar de continuar con un legado de nombramientos tradicionales, sus objetivos están encaminados en apoyar la economía naranja y darle más importancia a la cultura, la música y las empresas, lo que permitirá un mejor país. Precisamente él es un presidente de 42 años, uno de los más jóvenes de la historia, tendrá como desafío demostrar que las personas “jóvenes” pueden conseguir el cambio, tener carácter de decidir por sí solos e inspirar a los ciudadanos.
A estos retos se le suma mejorar la calidad de vida de los colombianos y su percepción, pues pensar en un mejor país requiere apoyar un progreso social con acceso a vivienda, educación y salud; lograr que el crecimiento económico aumente sin poner en riesgo la estabilidad fiscal; y erradicar la corrupción. Son muchos los desafíos, pero el apoyar la consulta anticorrupción, aun cuando su jefe de partido no ha mostrado su desinterés y desaprobación, es una buena señal.
La sociedad civil, por su parte, deberá participar en la construcción de un mejor país, poniendo límite a las prácticas cotidianas de corrupción y denunciando aquellas que son grotescas, evitando malos tratos, venganzas y sobre todo la polarización. Podemos aprovechar las redes sociales, como un punto a favor de los ciudadanos, realizar un control a la gestión, al manejo de los recursos estatales y a las prácticas de los servidores públicos y los políticos que nos representan, exigir un sistema de rendición de cuentas efectivo y propositivo, que genere realmente cambios en las entidades del estado y a favor de la sociedad civil. Muchos de estos colombianos estarán representados por la oposición, quien deberá institucionalmente controlar la gobernabilidad de manera respetuosa y sin alimentar venganza.
En mi construcción personal por mejorar y aportar cada día algo al país donde nací y del que todavía me siento muy orgullosa, me dedicaré a cambiar mi entorno, hacer de mi cotidianidad un ejemplo de cambio y demostrar que no estar de acuerdo con una idea no obliga a perder la esperanza. Amanecerá y veremos, pero en lo que a mi concierne y teniendo en cuenta mis convicciones como ciudadana crítica y activa, voy a buscarle el lado positivo y alentador a los próximos cuatro años.