Por: Erasmo Zuleta

En días pasados fue noticia la cancelación de Ser Pilo Paga, que destinaba recursos del presupuesto público a financiar los estudios de jóvenes con alto nivel académico y bajos recursos en universidades privadas. Si bien es cierto que el programa facilitaba el ascenso social de sus beneficiarios, no estuvo exento de polémica pues los críticos del mismo aseguraban que se beneficiarían más estudiantes invirtiendo esos recursos en mejorar la calidad de las universidades públicas.

Confieso que estando inmerso en el ámbito académico mientras fui Vicerrector Administrativo de la Universidad del Sinú el debate me generó especial interés. Más allá de adoptar una posición a favor o en contra, pienso que las ideas de ambos lados eran valiosas porque incitaban a una sola pregunta: ¿Qué vamos a hacer para mejorar la academia colombiana?

En Córdoba es urgente darle respuesta a esa pregunta. Toca enterarnos de la situación actual del departamento porque básicamente estamos quedados frente al resto del país. Y si nos comparamos con países desarrollados, la cosa empeora. En Córdoba solo 20 de cada 100 bachilleres logran entrar a una universidad, y hay municipios donde la cifra baja a 4 por cada 100. Mejor dicho, estamos grave.

Por lo que he visto siento que uno de los más grandes problemas de nuestro país y nuestra región es que no entendemos que la academia es sagrada. Es decir, es un espacio donde hay todo tipo de voces y sueños sobre los que se edifica la sociedad del futuro. La academia debe hacer de la educación un mecanismo de transformación que potencie las cualidades de millones de individuos. Una academia sólida elimina la ignorancia, legitima los derechos asociados a la dignidad de las personas y nos permite alcanzar el estado social de derecho. Por eso es que la academia debe estar blindada contra la politiquería y los intereses particulares.

Si mejoramos nuestra academia, no solo tendremos un país más competitivo en términos económicos, sino que tendríamos un potente antídoto contra la desigualdad. Si los menos favorecidos acceden a educación de calidad, se convertirán en profesionales más competentes capaces de vencer barreras como la falta de dinero o de capital social que suelen asegurar una derrota en el mercado laboral frente a otros competidores más afortunados. En nuestra región tenemos instituciones como la Universidad de Córdoba que podrían convertirse en verdaderas herramientas de cambio, si programas como Ser Pilo Paga llegaran a ellas.

En lo personal entiendo mi trabajo como un honor y una responsabilidad. Mi compromiso con esta región y su gente tiene mucho que ver con hacer que esos jóvenes menos favorecidos accedan a una educación de calidad. Más aún, es un compromiso con el legado de mi abuelo Elías Bechara Zainúm, quien hace 55 años fundó la Universidad de Córdoba, y 45 años la Universidad del Sinú. Así como él, hombre altruista y visionario, pionero de la educación de nuestro departamento, pensando en el bienestar y desarrollo del mismo, quiero hacer lo mismo porque la educación es el camino.

Twitter: @ErasmoZB