Como lo indicara el destacado portal digital Razón y Fe, es ensordecedor el silencio de los críticos de Alejandro Ordóñez ante su primer gran éxito en la OEA. El nuevo embajador de Colombia logró que el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos, escogiera a nuestro país como anfitrión de la 49º Asamblea que se celebrará el año próximo.
Sin duda Ordóñez empezó con el pie derecho, no solo por este monumental hecho, sino también porque tan solo un día después de su posesión ya se encontraba de gira con el Secretario General de la organización en Cartagena, para luego seguir a la frontera con Venezuela y desde allí anunciar su lucha a favor del pueblo venezolano y en contra de la dictadura de Maduro.
El pasado jueves en su primera intervención ante el Consejo Permanente, expuso con propiedad que la política diplomática de nuestro país estará encaminada a salvaguardar el sistema político de la democracia y velar por la protección de los derechos humanos, pero, también señaló sin ambages que el Estado colombiano liderará la tarea de combatir a aquellos generadores de caos y miseria, que amparados en sistemas anacrónicos solo buscan el beneficio particular a costa del sufrimiento de los pueblos.
Como era de suponerse la replica de la embajadora venezolana no se hizo esperar y en un intento exacerbado por proteger al régimen del sátrapa Maduro, se fue lanza en ristre, como ya es costumbre, contra el gobierno estadounidense, el colombiano y por su puesto contra el nuevo embajador Ordóñez, lo cual venido de la vocera de un sistema despótico se convierte en una mención de honor, porque nadie que con gallardía abogue por el indefenso pueblo vecino se escapa a las andanadas de los representantes del régimen.
Cabe aquí recordar que el acta fundacional de la OEA se llevó a cabo en la misma fecha en que se produjeron los trágicos acontecimientos del “bogotazo”, fue esa ocasión imborrable en la que el pueblo colombiano se libró de una operación prefabricada para impedir la creación del organismo que hoy, 70 años después, continua vigente para impedir que el hambre y la miseria que es lo que producen los comunismos y los socialismos, acaben con la tranquilidad de la región.
Con todo esto y lo que está por venir, tenemos la tranquilidad y la certeza que el señor de las tirantas seguirá diciendo lo que piensa y haciendo lo que dice, siempre en beneficio del bien común, del ciudadano de a pie y en contra de los enemigos del orden, la justicia y la libertad.