Por: Ana María Gardeazabal

A finales de los setenta la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann creó una teoría para explicar las tendencias en la opinión pública, la teoría básicamente afirma que el individuo, el cual depende de relaciones sociales, tiene miedo de ser excluido de un grupo o ser socialmente rechazado por lo tanto tiende a silenciar su opinión u opinar como opinan los demás miembros de la sociedad, así esa opinión no sea una convicción propia. La teoría se llamó: La espiral del silencio.

La espiral del silencio muestra que cuando una persona percibe que su opinión es minoritaria dentro de la sociedad, esta persona prefiere cambiar su opinión y hacer parte de la mayoría o guardar silencio. Para el momento en el que nació la teoría de “la espiral de silencio”, la televisión era un medio que influenciaba determinantemente a la opinión pública, no obstante, en el siglo XXI, se ha sumado el internet, las redes sociales y los programas digitales interactivos, lo cual ha incrementado el flujo de información, ha mostrado nuevos líderes de opinión emergentes y le ha restado preponderancia a la influencia de la televisión sobre la opinión pública.

Aun así, causa curiosidad que a medida que transcurre el tiempo, los políticos con opiniones polémicas son cada vez más populares. Los discursos políticos radicales que irían, según los medios de comunicación, en contravía con lo que para la sociedad sería “políticamente correcto” son cada vez más compartidos y aceptados.  Entonces, solo quedan dos opciones: o los analistas políticos no han sabido entender a la opinión pública; o la sociedad, influenciada por los medios, ha censurado opiniones que deberían ser discutidas en vez de ser juzgadas. Tengo la percepción que es un poco de las dos.

Algunos analistas políticos están sorprendidos porque en Brasil eligieron a Jair Bolsonaro, quien tiene opiniones radicales sobre temas como el aborto, la homosexualidad , la seguridad, las minorías y el medio ambiente. Otros, se asombraron porque en Estados Unidos ganó Donald Trump con opiniones controversiales sobre temas migratorios, medio ambiente, minorías, etc.  En Colombia, se sorprendieron con la victoria del NO  al acuerdo de paz en el plebiscito, donde optar por la opción NO  implicaba, dentro de la sociedad colombiana, ser enemigo de la paz.

Estos resultados se han dado precisamente gracias a lo que explicaba Noelle-Neumann en su teoría, la opinión pública se encuentra en una transición de la política idealista a la política realista. Sin embargo, el individuo no es capaz de opinar abiertamente acerca de lo que le “parece correcto” porque sabe que discursos políticos radicales cuentan con cierta censura social y son controversiales. De manera que quienes estaban en contra del acuerdo de paz en Colombia o quienes piensan que Trump, Bolsonaro o cualquier otro político polémico está en lo correcto no quieren ir por ahí diciéndolo abiertamente, pero cuentan con un poder de decisión personal, donde no se sentirán juzgados: el voto, y allí se expresan apoyando en lo que verdaderamente creen. 

Es el voto silencioso el que siempre gana, es probable que los analistas políticos hagan sus análisis partiendo desde la percepción de una sociedad liberal, moralmente abierta, además, los medios de comunicación influyen en la opinión pública desde discursos de aceptación, no obstante, olvidan que las personas también son influenciadas por la cultura, las creencias religiosas e incluso las experiencias del pasado, como sucedió en Brasil con el Partido de los Trabajadores, lo cual determina su opinión política en diferentes situaciones. Sospecho que si opiniones radicales como la de Bolsonaro o Trump, siguen siendo juzgadas socialmente en vez de ser discutidas abiertamente, es muy probable que liderazgos radicales sigan emergiendo bajo lo que llamamos el voto silencioso.

Twitter: @anamgardeazabal