“Tienes que morir unas cuantas veces antes de poder vivir de verdad”. Charles Bukowski (Agosto 16 de 1920 – Marzo 9 de 1994)
Una revolución del cuerpo, el placer, la desnudez y el erotismo que habita en todos los seres humanos; el esplendor que fue lucha entre tantos vacíos internos y en la seguridad que las mujeres, los movimientos LGBTI, y todas las formas de expresión de libertad, hacen parte renaciente de la sociedad, bandera que lideró Laura Viviana Beltrán Alarcón.
«La puta agonía»
Lala, Street Poison, la mujer sin tabús, con el vestuario perfectamente escogido para cada show, para su puesta en escena en los diversos espacios culturales en los que participaba o en los actos autónomos frente a su cuerpo y al placer ajeno. Recordada por sus amigos y las personas que compartieron con ella por el liderazgo que poseía, su concepto de familia y la sensibilidad que hacia vibrar a los seres que guardan sueños, fantasías, perversiones y que aún no son capaces de exteriorizarlos ante la sociedad colombiana doble moralista.
Ella misma se auto denominaba «puta», una que tenía la magia del verso en su voz y el hechizo trasgresor en su actuar. Me pregunto: ¿qué tan fuerte habrá sido su lucha interna afrontando su trasegar en este plano terrenal?, ¿cuántas batallas logró ganar y cuántas otras habrá perdido, forjándose como la lideresa batallando contra los caprichos de una sociedad enferma?
El 4 de septiembre en el recital de poesía erótica organizado por el colectivo Hoja Negra en La Aldea Nicho Cultural, en mi papel como espectador percibí la vitalidad, coraza y talento que poseía Laura, sus palabras eran talantes y se traducían entre ráfagas de dolor y de un vigor contagioso, sensibilizando al público con su historia de vida y la descripción poética de sus vivencias.
Fotografía: Juan Camilo Zambrano
Sus facetas
La familia que ella reconocía, estaba forjada por su esposo, su hijo y su perro de tres patas llamado Mono. Un núcleo familiar que tenía otra visión sobre el amor y la lealtad, en contravía con lo moralmente aceptado, sin embargo también reconocía a su madre aún en la distancia, quien tal vez nunca aceptó su condición y estilo de vida.
Su faceta como actriz, como amante de la dramaturgia, era expuesta en sus diversas puestas en escena en reconocidas plataformas eróticas en donde se presentaba constantemente.
«Galatea la ‘puta’ del espacio, era su personaje favorito, recreado desde lo más profundo de su ser» , recordaba su amiga Katerine Ángel.
Amaba la bici, era su alternativa frecuente de desplazamiento y de liberación. Tenía una forma particular de creer en el amor que le permitió casarse con su esposo en el desierto del Darién, a su manera, bajo un ritual que los forjaba como pareja, como unión material y espiritual.
¿Homenajear a una «puta»?
En el momento que empecé a trabajar con Daniel Guevara y Katerine Ángel del colectivo erótico CAOS, y el maestro Marco Antonio Salamanca (dramaturgo) en un proyecto documental; me sumergí en historias de vida en donde el erotismo es el velo que cubre todo aquello que aflora entre el cuerpo, el deseo, el instinto y la razón. También escribí un par de textos poéticos en prosa para dicho colectivo y conocí mujeres que han logrado romper sus propios miedos enfrentando los prejuicios de un país con mascara conservadora. Allí distinguí parte del show de Laura.
El día que se devela el fallecimiento Laura, Daniel Guevara me expresa su dolor e impotencia ante la situación y hablamos de un homenaje. Así que direcciono estás letras en homenaje a Lala Street Poison, a la «puta» con quien pude cruzar un par de palabras, hablando de compartir un par de versos eróticos y a quien admiré por todo lo mencionado anteriormente, pero ante todo por su esencia de poetisa libertaria, contestataria y revolucionaria. Ella no fue solo cuerpo, el cuerpo al que ella nombraba “cuerpa” (con énfasis en género femenino), ella era el verso que resonó en distintos recitales, el movimiento su performance como acto teatral de liberación, el placer mutante ante la pantomima del orgasmo.
Este post del 16 de octubre en su perfil de Facebook expone su ironía:
Laura Viviana Beltrán Alarcón estaba desaparecida desde el jueves 18 de octubre, fallece el viernes 19 de octubre, en extrañas circunstancias, se habla hasta el momento de un accidente de tránsito. La noticia de su deceso se oficializa el domingo 21. La razón concreta de su deceso no la ahondaré en esta columna pues haría parte de una plena investigación.
Comparto uno de sus poemas titulado: Yo no nací MUJER, posteado en su perfil de Facebook el 9 de octubre:
Laura no alcanzó a leer mis poemas, no se los llevó, yo leí sus poemas y quedarón punzantemente sus palabras retumbando en mi recuerdo.
A la «puta» que NO se llevó mis poemas le dejo un sentido homenaje sin haber conocido toda su grandeza, pero deleitándome con la narración de una parte de su historia y sus delirantes versos.
Ya basta de homenajes vanos, carentes de sentido, salgan todas las «putas» a luz, los LGBTI rompan los moralismos impuestos por los ortodoxos que defienden pedofilos y corruptos. Hagan un mural con su propio cuerpo, con lo que les pertenece, el placer es suyo, cada centimetro de su piel, organos y energía vital tiene un único dueño y cada cual afronta si vive en la esclavitud del sistema o en la libertad desde la apertura de conciencia.
“…Siempre habrá dinero, putas y borrachos hasta que caiga la última bomba, pero como dijo Dios, cruzándose de piernas: ‘veo que he creado muchos poetas pero no tanta poesía’.” Charles Bukowski, A la puta que se llevó mis poemas. (fragmento)