Se comienza a olvidar lo que fue noticia hace apenas unos pocos días respecto a la protesta de todo el sector educativo en Colombia contra el Gobierno, exigiendo mayor inversión en este sector y el cumplimiento de los acuerdos a los que se llegó con el Gobierno anterior y que este no cumplió ni siquiera a la mitad. Apoyo total a los movimientos estudiantiles y a los docentes que se sumaron a las protestas y que salieron a las calles a exigir el derecho a la educación y un mayor apoyo económico; rechazo rotundo a las muestras de violencia que como siempre, empañan las movilizaciones pacíficas, aunque en esta oportunidad no tuvieron mayor protagonismo.
Sin embargo los motivos de esta movilización creo que no son los correctos si de buscar un cambio profundo en la educación se trata, si lo que se busca es mejorar sustancialmente los resultados paupérrimos que vienen arrojando nuestros colegios y universidades en todas las pruebas. Más dinero para un sistema que evidentemente no funciona, no es la solución a este problema que enfrenta nuestro país. La manzana de la discordia ha sido el factor inversión económica y así se ha tergiversado la discusión; que si un billón más, que si un billón menos; que más para las universidades públicas, que nada para el ICETEX; que se están cayendo los edificios de algunas facultades, que no hay para equipos, etc.
La pregunta sería qué pasa si mañana aprueban el presupuesto más alto de la historia para la educación, el más alto del continente, el mayor para nuestra región. Presupuesto suficiente para reconstruir los edificios, pagar a todos los empleados, subsidiar a todos los estudiantes que salen de la educación básica y no tiene cómo pagar una carrera en la universidad, comprar todos los equipos, pintar todas las aulas, arreglar todos los pupitres y hasta para fundar medios de comunicación fuertes para promover lo que se hace adentro de cada una de las instituciones de formación; la respuesta sería: nada, no pasaría nada diferente a lo que vemos hoy.
Y lo que vemos hoy son falencias y más falencias en todos los escalones del sector educativo en su conjunto. Cifras preocupantes en cuanto a la cantidad de niños que pueden acceder a la educación inicial, según Julián de Zubiría, experto en educación y consultor de las Naciones Unidas en esta materia, los niños colombianos de 6 y 7 años presentan desde esta tierna edad una gran diferencia en conocimiento y capacidad frente a los niños de estratos sociales más altos. Niños de estratos uno y dos no acuden a una buena educación inicial y ni hablar de los niños de las comunidades rurales. El señor de Zubiría explica que la inversión en educación inicial es la más rentable que existe en la humanidad pero infortunadamente en América Latina hay 14 países que han garantizado mejor la educación inicial que Colombia.
Subiendo por la escalera de falencias de nuestra educación, encontramos que los estudiantes que ingresan a las universidades llegan muy mal preparados en lo que se supone deberían estarlo muy bien. En el primer semestre empiezan a recibir hasta 300 guías por materia para leer, sin tener las herramientas para realizar una lectura crítica de un párrafo corto de cuatro o cinco renglones. Más adelante el panorama oscuro no cambia en la transición de la universidad al mundo laboral, en donde los nuevos empleados tienen un lío mental gigante conformado por horas y horas de información y conceptos técnicos, pero sin las competencias transversales claras que son las que van a necesitar para desempeñarse de manera correcta en sus labores diarias.
Es por lo anterior que no importa cuánta inversión hagan en este mismo modelo de educación ancestral y errado, los resultados van a seguir siendo iguales o peores, porque lo que se necesita es una verdadera y profunda reforma en la pedagogía de nuestros centros educativos. Para entender las raíces antiguas y desgastadas de nuestro modelo de educación actual y el por qué debemos salir de él y evolucionar a un modelo acorde a nuestro tiempo, recomiendo ver la videoconferencia Liderando la eduación desde la innovación del Director General de la Educación de la Fundación Alberto Merani, Alejandro de Zubiría.
Es claro entonces que si lo que falla es todo el conjunto, el cambio debe presentarse en cada una de las piezas que conforma nuestra educación actual. Comenzando por la infraestructura, siguiendo por el contenido de las materias, la forma de presentarlas, el tiempo que se usa en cada una, las competencias a las que se les ha dado importancia y que no han dado resultado alguno deben también darle paso a las realmente productivas, la rigidez en el formato de la jornada de las instituciones, debe incluirse también el concepto de diversión dentro del proceso formativo, etc. Pero, tal vez lo más importante de todo debe ser darle el lugar de importancia que se merece a la lectura crítica y analítica, por encima de las matemáticas y las ciencias, tal y como se ha llevado a cabo exitosamente en modelos educativos como el de Finlandia, por mencionar un caso.
Entendiendo que el modelo tiene que evolucionar y que se están haciendo las cosas mal en todos los niveles de nuestro sistema educativo, es urgente que todos los actores se movilicen desde su lugar de influencia para forzar lo más pronto esta reforma. Las movilizaciones estudiantiles, los movimientos de profesores, los rectores, los administrativos y el gobierno deben sentar las bases de un nuevo modelo, facilitando cada sector para que esté listo al cambio y poniendo de su parte para re-aprender y aceptar los nuevos modelos, siendo receptivos y entendiendo que las formas muy seguramente ya no van a ser como antes y que van a tener que salir de su zona de confort, pero aceptando también que es la única forma de salir de la mediocridad en la que tienen sumido a todo un país en materia de educación.
Lo positivo es que sí hay entidades dedicadas a desarrollar modelos y programas novedosos que están dispuestas a comenzar a implementar todos esos estudios cuanto antes en las instituciones. Ahora está en los que dirigen los hilos de la educación en Colombia, la responsabilidad de acudir a estas entidades y trabajar en conjunto, para cambiar de forma profunda y eficaz ese panorama educativo oscuro actual.