Por: Juan David Escobar Cubides

La política requiere de la constante renovación para leer y satisfacer las necesidades que, cotidianamente surgen dentro de la sociedad. Las generaciones venideras cada vez más relucen su escepticismo frente a lo público y ello se debe precisamente a la carencia de oportunidades, además de la exclusión de las colectividades en la toma de decisiones importantes.

Los jóvenes preparados académica y psicológicamente ingresan a los partidos políticos existentes para trabajar con entusiasmo, promoviendo el liderazgo y la participación ciudadana. Recorren incansablemente las calles para cumplir con la disciplina de las colectividades, reparten volantes, efectúan pedagogía, coordinan y realizan propuestas, elaboran mapeos, firmatones, plantones, estrategias y alternativas para triunfar, pero, infortunadamente son relegados, soezmente, por la indiferencia de los líderes partidistas en la toma de las decisiones verdaderamente importantes de la colectividad.

De la misma manera, son desechados como trapos sucios en las  futuras contiendas electorales en las que darían hasta su vida por participar, tales como emprender un proyecto político acertado de cara a la ciudadanía y las regiones, pues hay quienes arduamente trabajan por convicción conservando la esperanza de obtener un aval para materializar sus ideas, pero terminan padeciendo allí el rigor propio de una eternidad, en tanto la ilusión se desvanece en las necedades del favoritismo electoral. Por desgracia de todos, en algunos partidos prefieren otorgarle aval al recomendado del cacique o gamonal, que ostenta dinero, votos y maquinaria ignorando su accionar y procedencia. Correlativamente, sobre aquella preferencia perjudican el sano proyecto del joven profesional, de plausibles ideas, líder, transparente, renovador y preparado, toda vez que no les resulta útil para consumar dichos fines politiqueros.  

El efecto es, entonces, inquietante dado que encontramos infinidad de juventudes que declinan de su militancia en las colectividades tradicionales, pues consideran inapropiada la sepultura que, expresa y arbitrariamente pretenden imponerles. Y es por esta razón que debieran reflexionar los líderes de vieja data: NO es racional, equitativo, justo ni proporcionado desvanecer las ilusiones de las nuevas generaciones que, quieren construir país a través de sus legítimas aspiraciones. Sin más ni más, es inadmisible que los jóvenes se conviertan en los conejillos de indias de diversos intereses mezquinos de algún politiquero de turno. Pero siendo ello sumamente grave, resulta más preocupante aún que, ante la incapacidad de renovación de los partidos políticos tradicionales, sean estos quienes precisamente contribuyan con la coerción de esta triste realidad.

Por este motivo y por muchos más es que este suscrito ha optado por renunciar a la colectividad en la que militaba, bajo la esperanza de que en algún momento ello pueda cambiar. Entretanto, consideramos que la mejor opción para la juventud es repensarse a través de nuevos grupos políticos pluralistas, constructivos y realmente alternativos para la sociedad, pues solo así nos catapultaremos con verdaderas opciones para gobernar; de lo contrario, seguiremos en la misma tónica nacional: Los mismos con las mismas, haciendo de las suyas, sin vergüenza y sin piedad.

@JuanDaEscobarC