En una reciente columna escribíamos lo que puede considerarse la primera parte del presente escrito, allí exponíamos la teoría del péndulo político, enmarcada en las circunstancias que se desarrollan actualmente en nuestra región. Nos anticipábamos a lo ocurrido el pasado domingo, cuando Jair Bolsonaro el candidato de la derecha, fue elegido presidente de Brasil por una amplia mayoría.
Dicha elección es la comprobación fehaciente que el péndulo cambió y esta vez se encuentra ubicado a la derecha. La recuperación del continente que se encontraba en las garras del nefasto Foro de Sao Paulo, comenzó con Macri en la Argentina, en donde el empresario de la centro derecha venció el continuismo corrupto que habían ejercido los Kirchner.
Luego fue Chile en donde el pueblo corrigió el error de haber escogido a Michelle Bachelet y de nuevo eligió a Sebastián Piñera, un mandatario acorde con el movimiento del péndulo. Más tarde el turno le correspondió a Ecuador, Perú, Paraguay y por su puesto Colombia, en donde la amenaza era inminente, pues nadie mejor para amparar los intereses del Foro encarnado en el acuerdo Santos-Farc, que el ex guerrillero Gustavo Petro, por fortuna fue Iván Duque, el candidato que representó a la alianza de la centro-derecha, quien obtuvo la victoria.
Pero sin duda los ejemplos más representativos de la actual orientación política de la región se encuentran en las elecciones de Donald Trump y Jair Bolsonaro, ambos lideres representan a los sectores conservadores y tradicionalistas de la sociedad en América. Resulta intrigante cuando los emporios periodísticos deciden atacar sin mesura a lideres de esta naturaleza, escogidos por la vía democrática.
Uno puede estar de acuerdo o no con Trump, o con las excentricidades que envuelven a su vida, pero en los hechos resulta objetivo resaltar el gran éxito económico que han tenido los Estados Unidos desde la llegada del dirigente al poder, nunca ese país había sido más rico.
La aplastante elección de Bolsonaro en el Brasil, no deja duda que esa sociedad quiso dar un giro contundente con relación a los mandatarios de izquierda que venían gobernando, fueron más de cincuenta millones de votantes los que ratificaron que el gigante suramericano, necesitaba una política de mano dura contra la corrupción y la criminalidad.
No hace falta decir que dentro de las características de estos mandatarios, no se encuentran las diplomacias melifluas que en ocasiones se vuelven empalagosas y hostigantes para los ciudadanos, en lugar de esto se halla una forma espontanea, sincera y directa para decir y hacer las cosas, a esto se le ha denominado ser políticamente incorrecto, y sin duda es lo que busca hoy el electorado.
El péndulo cambió, esperemos que esta oportunidad sea utilizada por la derecha para generar desarrollo y bienestar en los pueblos, promover políticas que protejan la conservación de las tradiciones y conectarse con la base social. Es hora de gobernar sin revanchismos, pero sin alcahuetería.