Por: Gisela Matamoros
El éxodo masivo de venezolanos, es algo que ya no se puede ocultar. Colombia,  por su situación fronteriza ha recibido en tránsito y en migración directa al mayor número de personas afectadas por la narco dictadura. Los estragos de la dictadura en Venezuela pasaron de ser un problema interno a ser un problema humanitario en el mundo entero.
El noble pueblo colombiano nos ha recibido con los brazos abiertos y a diario vemos cómo han actuado por encima de los políticos, (que en su mayoría solamente han utilizado a Venezuela para fines electorales y luego olvidan sus promesas) enalteciendo la frase que siempre nos ha acompañado: “somos hermanos”. Efectivamente se ha demostrado que eso no ha quedado solamente en poemas, historia o post en redes sociales que buscan likes. El colombiano se ha dedicado a apoyar con una sopa caliente, un abrigo, una palabra de ánimo y consuelo tan necesaria en estos dolorosos momentos. Nuestros hermanos colombianos saben que la historia es cíclica y que si bien Colombia pasó por una historia de terror que los obligó a huir a Venezuela, actualmente es al contrario.
La senadora María Fernanda Cabal, radicó el año pasado el proyecto de ley para la Visa Humanitaria, con el fin de poder legalizar a muchos inmigrantes que tienen intención de trabajar y contribuir con el desarrollo del país, lamentablemente fue archivado.
Recientemente, un grupo de jóvenes colombianas con la alianza Soy Venezuela, llevaron a cabo la “Venezolatón”, con la que lograron atender a más de 1.300 inmigrantes venezolanos en la ciudad de Bogotá. Tuve oportunidad de participar en esa hermosa actividad, ver tantas caras felices fue altamente gratificante; sin embargo, entendemos que esa no es la solución real, sino un “pañito de agua tibia” ante la tragedia humanitaria que atraviesan muchos de mis conciudadanos.
La senadora Paola Holguín en compañía de empresarios y sociedad civil, realizó en Medellín una “feria de empleo” en la que lograron ubicar laboralmente a un alto número de venezolanos radicados en esa ciudad. El director de Migración Colombia, Christian Krüger, gran amigo de la causa venezolana, ha sido un apoyo fundamental para los venezolanos en Colombia que buscan de alguna manera legalizar su situación. Hace absolutamente todo lo que está a su alcance.
Regímenes dictatoriales, sangrientos y vandálicos como el que actualmente padece Venezuela, no tienen cabida por más tiempo. A nuestros hermanos colombianos les pedimos presionar a sus dirigentes para que aceleren la salida del narco régimen y así, poder regresar a nuestra amada tierra.  Ya estamos preparándonos para la reconstrucción del país, para “el día después”. Asumiremos ese reto con gallardía, un gran aprendizaje e infinito agradecimiento hacia los que nos han apoyado en esta trágica situación, nunca lo olvidaremos. Aunque los colaboradores del régimen insistan en llamarnos “radicales”, confundiendo la justicia con radicalismo, tenemos claro que no se puede lograr un proyecto de restauración con cómplices.
Para poder tener un país viable y no repetir los errores que nos llevaron al abismo, debemos ser conscientes de quiénes apoyaron y siguen apoyando (disfrazados de opositores) al narco régimen. No podemos dejar sembradas semillas oscuras en el país, porque en cualquier momento germinarán.
Últimamente la crisis humanitaria de Venezuela se ha relacionado mucho con el holocausto en la Alemania Nazi. Recordemos que quien frenó a Hitler, fue Churchill, no Chamberlain.  A Churchill lo llamaban radical. Chamberlain era el “conciliador”. Quien tenga una mínima noción de historia, recordará que ese “radical” salvó millones de vidas. Para la historia quedó la imagen de Adolf Hitler y Benito Mussolini junto al sonriente Neville Chamberlain ¿Cuál sería la historia actual si hubiera sido Chamberlain el encargado de retomar el rumbo?
Lo mismo sucede con esa mal llamada oposición venezolana, llena de socialistas bandidos, corruptos y traidores que se dedican a dar oxígeno al nefasto régimen dictatorial.
Debemos tener mucho cuidado con quienes negocian nuestro futuro. La justicia debe ser para todos los que la han transgredido, indiferentemente del color de la camiseta de su partido.  Venezuela debe confiar nuevamente en sus políticos, en sus instituciones, en su gente. Debemos retomar los valores e integridad personal que siempre nos caracterizaron; con altura, respeto y amor por nuestro país. Ya basta de dirigentes marginales. Merecemos políticos que  estén verdaderamente preparados para asumir las riendas, que promuevan el libre comercio, el verbo de altura, el respeto y el verdadero amor por el país.
El político debe trabajar para los ciudadanos, no al revés.
@GiselaMatamoros