«Se ‘costeñizó’ la política». Vienen a mi muchas ideas al escuchar esta frase, tal vez se refiera a que la política se volvió más alegre, más fresca, más de vecinos o más de cumbias y tamboras; pero lastimosamente esta no es la intención de quien la pronuncia.
Se ‘costeñizó’ la política como si fuera algo negativo, como si la Costa Caribe colombiana fuera una máquina únicamente de malas noticias y malos gobernantes. Claro está que sí, no podemos desconocer que hemos dado a luz a uno que otro de este tipo, pero resulta interesante el ruido que genera cualquier rumor o escándalo cuando hay un costeño involucrado.
Si de corrupción y clientelismo hablamos al decir que se costeñizó la política, podríamos decir que también se ‘rololizó’ por aquello de Samuel Moreno y Agro Ingreso Seguro, o que tal vez llegó a las regiones la ‘presidencialización’ de la política tras el caso de Interbolsa o la Yidispolítica.
Pero, como dice el viejo refrán, costeño por cierto, «quien no tenga rabo de paja que se acerque a la candela». Entonces sí, me ofendí. Me ofendí al escuchar en ese tono burlesco el decir que en otras regiones se ‘costenizó’ la política. Que los Planes de Alimentación Escolar se han convertido en el fortín de los políticos, que la compra de votos en elecciones ha aumentado, que son los hermanos, primos, tíos o sobrinos quienes heredan el poder por el simple apellido. Y luego de ofenderme y pensar les di la razón. Así somos, o más bien, así nos hemos vendido.
Son pocos los políticos costeños que hoy resaltan por su buena gestión, exceptuando algunas alcaldías barranquilleras. Pero si de Magdalena, Córdoba y Bolívar hablamos, solo por mencionar algunos ejemplos, no me quedaba más que responderle a aquel que me había ofendido, que mi malestar no era por su comentario, sino por quienes nos representan.
Quisiera yo que al escuchar esta frase todos la asociáramos con las ideas que vinieron a mi mente: que los políticos costeños fueran líderes en tema de planeación de ciudad, en la lucha contra la pobreza y la desigualdad. Pero mientras lo logramos, lo cual requiere primero escoger bien, los de las nuevas generaciones lucharemos por cambiar la imagen que los políticos tradicionales han sembrado y que increíblemente algunos jóvenes han ayudado a consolidar. No digo que todos, porque muchos jóvenes han demostrado que la política se puede hacer bien mientras otros caen en las trampas de la politiquería.
Si algo está claro es que la forma de hacer política en la Costa no cambia de la noche a la mañana pero nos encontramos en un momento en el que la ciudadanía pide a gritos un cambio: liderazgos nuevos y positivos. Y si no se los damos, si esperamos a que lancen candidaturas los mismos de siempre, el 2019 no será sino ‘la repetición de la repetidera’… algo así como este escrito.