Por: Jorge Iván Cárdenas

Hace más de 2 años el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial ya predecían los riesgos que se veían para el presente, a manera de posibles afectaciones a una reducción del Producto Interno Bruto Mundial. Los discursos políticos en pro del proteccionismo, la incertidumbre geopolítica, la reducción de liquidez monetaria, el encarecimiento del crédito, y los ciclos desreguladores a los sistemas financieros, son algunas causas de dicho pronostico.

En abril pasado, el FMI pronosticó el crecimiento mundial en 3.9%. Pero, en su más reciente informe World Economic Outlook de octubre, lo reduce moderadamente a 3.7%, principalmente por el aumento de las probabilidades de materializasen los riesgos a la baja. El parqué neoyorquino, ha explorado caídas significativas del 5% para el Dow Jones, 7% para el S&P 500, y un 9% para Nasdaq.

El ciclo alcista de la economía americana pierde ímpetu y con ella el riesgo sistémico al resto de las economías empieza a generar incertidumbre mundial. Las liquidaciones de activos de alta volatilidad son más constantes,  los capitales buscan activos refugios como el oro, depósitos a término, o quizás bonos del tesoro, con expectativas de más alzas a la tasa de intervención de la FED.

La reducción impositiva que impulso la reforma tributaria en EE.UU. pierde impulso entre los libros de la historia. Los costos por el aumento de aranceles disminuyen las rentabilidades de las empresas, y los inversionistas liquidan sus acciones. El dólar se fortalece y la capacidad para que Estados Unidos exporte, reduce su balanza comercial. El petróleo no encuentra su punto de equilibrio y ha caído un 22%, desde 86.9 USD para el Brent.

La presión que ejercen los mercados por el continuo rumor de una posible recesión en el 2020, está complicando las estrategias de inversión e ignorando los fundamentales de la economía americana, que sigue experimentando mejores tasas de desempleo alrededor del 4%, y mejores niveles de productividad petrolera –  cuenta ya con 10 millones de barriles en reserva –.

El crecimiento global se pone dentro de la balanza de poder político, en donde en un lado pesa el populismo y en el otro, la sensatez de refugiar los capitales y las ganancias. La victoria democrática en la cámara baja del Congreso de los Estados Unidos, prende las alarmas en las filas republicanas. Los ciudadanos escépticos a la Unión Europea crecen con la impotencia de no conseguir retirasen de la Unión, principalmente por los altos niveles de deuda y relaciones comerciales que se conciernen.

Según el FMI, las estimaciones para América Latina y El Caribe se reducen a 1.2% y 2.2% para el 2018 y 2019 respectivamente, y el Banco Mundial indica que aproximadamente 29 de 32 países tendrán balance fiscal negativo. Las economías que mejores rendimientos han mostrado en los últimos años, después de la crisis hipotecaria, son Chile, Perú, Colombia, y México. Pero, hoy enfrentan duras reformas pensionales, casos de corrupción – Odebrecht –, y un gobierno de tendencia izquierda.

Se entiende que ya las políticas económicas están mitigando el keynesianismo que ayudo a salir de la crisis del 2008, ocasionando un viraje hacia la ortodoxia. Se obliga a que el ímpetu de la economía mundial recaiga sobre los agentes económicos privados: para la generación de inversión, liderazgo en el comercio internacional, accesibilidad al crédito, creación de valor, e intervención social como seguro político.

 

@cardenas_iv