2019 es un año electoral y la primera gran contienda se dará entre tres pesos pesados del Centro Democrático en Bogotá: Ángela Garzón, Samuel Hoyos y Diego Molano. Cada uno tiene lo suyo y ha acumulado los suficientes méritos para ocupar el denominado “segundo cargo más importante del país”, es decir, la Alcaldía Mayor de Bogotá.
Antes de finalizar febrero, a través de un mecanismo de encuesta, se definirá cual de los tres izará las banderas del CD en la capital. No es una decisión sencilla, insisto todos tienen méritos de sobra para asumir el reto, pero hay que preguntarle a la mente y el corazón cuál es el candidato apropiado en esta oportunidad.
De mente y corazón, considero que Diego Molano es el gallo. Tiene décadas de experiencia en el ejercicio de lo público y lo privado, destacándose en sus útlimos cargos como concejal de Bogotá, director de la fundación Bavaria, director del ICBF, alto consejero presidencial para la acción social, director del programa MIDAS de la agencia de cooperación USAID, entre otros.
Es impresionante el conocimiento que ha logrado acumular de Bogotá y no por menos “Concejo Cómo Vamos” lo ha calificado como mejor concejal de la ciudad. Me consta cómo a cada reunión en los barrios llega siempre con informes detallados con datos de cada sector y las gestiones precisas que ha logrado adelantar en beneficio de la comunidad.
Lo más relevante es la sencillez y la amabilidad que lo caracterizan. Basta conversar con él unos minutos para percibir su enorme vocación de servicio y su alto sentido de humanidad.
Con Diego Molano como alcalde tendremos un excelente gerente en tres ejes que el mismo ha definido como prioritarios: seguridad, movilidad y sostenibilidad. Es apasionante escucharlo hablar sobre la recuperación de la calidad del aire en la ciudad, las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías en términos sociales y productivos, todo enmarcado en un conjunto de propuestas para modernizar a Bogotá.
Por estos días me llamó poderosamente la atención su planteamiento “Bogotá 30 minutos”, indicando con ello que en ese margen de tiempo y distancia cada hogar bogotano debe tener acceso a servicios de salud, educación, recreación y trabajo de la mejor calidad posible.
Aún queda un largo camino por recorrer. Después de la encuesta que definirá la candidatura del CD, vendrá seguramente en mayo una consulta interpartidista en la que se medirán otros pesos pesados de la política bogotana, lo que nos dará un candidato definitivo para las elecciones de octubre. Reconociendo y respetando las calidades de todos los contendientes, insisto que Diego Molano es el gallo para Bogotá.
Nuestra ciudad no puede retroceder. No es conveniente regresar a los 12 años de alcaldes “progresistas” en Bogotá, cuyas administraciones dejaron de todo menos progreso. Confío que la ciudadanía bogotana tendrá el suficiente discernimiento y avanzaremos por la senda correcta.