Hace un par de meses la bancada del concejo del partido Polo Democrático Alternativo- conformada por Xinia Navarro, Celio Nieves, Álvaro Argote y Manuel Sarmiento-presentó una demanda en contra del proyecto de construcción de lo que se espera que sea el metro de la capital. En términos simples, el Polo busca impedir la construcción del metro de Bogotá.
Tal acción jurídica se basó, entre otras razones, en la necesidad de que el metro fuese subterráneo y no elevado. Lo cual a estas alturas del diseño del proyecto se observa como un capricho ideológico fruto de la herencia petrista y del izquierdismo radical, más que un aspecto razonable y técnico, teniendo presente los avances que hoy por hoy tiene la planeación de la Primera Línea de Metro de Bogotá.
No en vano precandidatos a la alcaldía de la ciudad como Celio Nieves- Polo Democrático Alternativo- y Hollman Morris- MAIS- han expresado públicamente que de llegar al máximo cargo de la capital, de entrada, van a echar para atrás el metro proyectado en esta administración, sin importar el progreso en la realización de tal obra.
Igual de preocupante es la tendencia que muestra la única mujer que tiene una candidatura viable, Claudia López, quien en medio de su ambigüedad y sus posiciones cambiantes no ha sido clara en el asunto del metro, ya que ha mencionado que de no quedar contratado el proyecto lo va a rediseñar, que en otras palabras representa otros cuatros años sin este modelo de transporte.
Esto tal vez es un abrebocas del posible revanchismo doctrinario por el que van a propender claramente varios candidatos que están hoy en la baraja a la alcaldía de Bogotá. Y es que más allá de que se sea un defensor acérrimo o no de lo que ha hecho Enrique Peñalosa- objetivamente es una administración variopinta-, lo que no se puede tolerar es que Bogotá siga convirtiéndose en una ciudad expuesta a los caprichos ideológicos de los mandatarios de turno.
Estos caprichos ideológicos son bastante cuestionables si se parte de que las administraciones que antecedieron a Peñalosa, las de Samuel Moreno y Gustavo Petro, contaron con una serie de desaciertos bastante notorios que estancaron en gran parte el avance de la ciudad.
Recuérdese que el primero de ellos, Samuel Moreno, tiene una serie de condenas y prácticamente pasará el resto de sus días privado de su libertad por asuntos relacionados con corrupción, ya que fueron miles de millones de pesos los que se desviaron de manera ilegal en su periodo como burgomaestre.
Ni hacer alusión a la administración de Gustavo Petro, la cual tuvo como mayor característica las promesas y propuestas que nunca se materializaron durante su mandato, la sobredimensión burocrática, las improvisaciones en el quehacer distrital y las confrontaciones innecesarias con el Concejo, solo por mencionar algunos de los evidentes errores que tuvo la alcaldía del hoy dirigente de la Colombia Humana.
Por lo anterior, es de suma importancia que en este año electoral se mire a qué clase de candidato se le va a brindar la oportunidad de dirigir las riendas del distrito. Y es que ojalá los bogotanos fuera de ejercer un voto realmente programático también tengan la premisa en el mes de octubre de no votar por esos que pretenden gobernar desde los extremos, el radicalismo, el revanchismo o, peor aún, desde el espejo retrovisor, porque para todos debe quedar claro que por Bogotá no se puede dar ni un paso atrás.