Estaba a punto de entrar en su tercera semana de embarazo y llegó al consultorio del programa de gestación de su seguro de salud. La enfermera jefe, le dijo: «Espere un momento afuera, mientras atiendo a las otras mamás. Con usted me voy a demorar.» Así que pacientemente la nueva mamá se paró en una esquina hasta que hubo puesto y logró sentarse. Finalmente, le tocó su turno.
La enfermera se sentó frente a su computadora, ni siquiera la miró; y liberó su acostumbrado cuestionario: —Nombre, edad, tipo de sangre, último periodo menstrual, número de embarazos, número de abortos, y así proseguía el cuestionario, interminable y sin gota de emoción. Sin inflexión en la voz, la enfermera preguntó: «¿Le pegan? ¿la gritan?»
La mamá sintió que su corazón se aceleraba, respondió de manera determinante y clara : «No».
Entonces, fue ella quien cuestionó a la enfermera: «¿Es frecuente que las mujeres contesten sí, a esas preguntas?». A lo que, la enfermera contestó: «Sí, es muy frecuente. A nuestras mujeres les pegan».
La Organización Mundial de la Salud, en un informe emitido sobre la violencia durante el embarazo, identificó que “en todos los entornos, más del 90% de las mujeres había sido víctima de violencia infligida por el padre biológico del hijo en gestación. En casi todos los casos, el padre biológico vivía con la mujer en el momento de la agresión”. OMS,2009
Sorprende que durante los días de la madre todos circulemos en torno a una cultura desmensurada, casi idólatra, frente a la figura materna; sin embargo, al cerrar la puerta, reina la violencia visible e invisible dirigida a la mujer, y peor aún estando la mujer en periodo de gestación, donde requiere mayores cuidados, atención, protección, ternura, por parte de quienes la rodean, en especial de su pareja.
Toda violencia ejercida contra la mujer en embarazo conlleva a el aumento en “la probabilidad de aborto involuntario, muerte fetal, parto prematuro y bajo peso al nacer. En cuanto a la afectación de la salud mental, puede ocasionar trastorno de estrés postraumático, ansiedad, insomnio, trastornos alimentarios e intento de suicidio. También aumenta la probabilidad casi dos veces en presentar depresión y aumentar la ingesta de alcohol en mujeres violentadas. Además, algunas pueden llegar a tener algún tipo de discapacidad o lesión grave posterior a algún episodio de violencia” OPS, 2018
En Colombia, como en muchos otros países, excepto Japón, la violencia contra la mujer embarazada, presenta cifras alarmantes. La decisión frente a la no violencia de género, como está estipulada la violencia doméstica es una decisión personal y social. Se puede detener.
En este mes de las madres, tan importante para la cultura colombiana, el primer compromiso, el primer regalo (si se puede plantear de esa manera) es erradicar toda conducta y acto de violencia física, psicológica y económica hacia las madres, y más aún, si éstas llevan el germen de la vida en sus vientres.
De todos depende decir un «feliz día mamá», por siempre.