Por: Laura Medina

«La droga es el infierno en la tierra», exclama un adicto mientras contaba lo que se vivía en la olla conocida como “La Fortaleza” en pleno corazón de Bogotá.

El tema de las drogas, es uno de los más álgidos, polémicos y polarizadores en la actualidad. El narcotráfico ha sido uno de los grandes dolores de nuestro país y en eso creo que la mayoría de los colombianos estamos de acuerdo. La droga ha sido la verdadera gasolina de una guerra que vivimos durante más de 60 años y que lastimosamente seguimos viviendo. Para entender lo que ocurre en las ciudades, debemos entender lo que ocurre en las zonas rurales de nuestro país.

Actualmente, en el territorio nacional, tenemos más de 200.000 hectáreas de coca sembradas, una herencia del gobierno de Juan Manuel Santos,  quien decidió suspender la aspersión aérea de cultivos con glifosato en el marco de los diálogos de paz en La Habana.

El actual ministro de defensa, Guillermo Botero, afirmó que en lo que va corrido del año, se han erradicado 37.000 hectáreas manualmente, con un grupo de 7.680 hombres que pertenecen a la Fuerza Pública. Sin embargo, el uso del glifosato sigue siendo un mecanismo solicitado por el gobierno para la erradicación de los cultivos de coca, ya que en esta tarea manual se han perdido 11 vidas, y han resultado heridos 84 hombres.

Frente al uso del glifosato existe un debate en el país. Algunos afirman que es perjudicial para la salud y que las poblaciones aledañas a estos cultivos correrían riesgo. Sin embargo, debemos saber que es una sustancia utilizada en cultivos agrícolas no solo en Colombia sino alrededor del mundo, así que el verdadero debate no está en la sustancia sino en la aplicación de la misma.

Lo único cierto es que en las zonas rurales de Colombia se vive la violencia asociada al narcotráfico y en las ciudades se vive la inseguridad asociada al microtráfico. Las drogas en cualquiera de sus etapas han causado y siguen causando mucho daño en nuestro país, porque además de ser el país que, según estudios de la ONU, produce el 70% de la cocaína a nivel mundial, también nos hemos convertido en un país de consumidores, no solo de cocaína sino de distintas drogas. De acuerdo con el Informe de Consumo de Sustancias Psicoactivas en población escolar en Colombia, 1 de cada 10 niños en séptimo grado admitió haber consumido alguna sustancia ilícita, mientras que en grado once, 1 de cada 5 admite haber consumido.

La Corte Constitucional recientemente ha tumbado el decreto presidencial que prohibía el porte de la dosis mínima. Además en su sentencia afirma que los ciudadanos pueden consumir alcohol y drogas en los espacios públicos bajo la premisa del libre desarrollo de la personalidad.

En un país que ha sufrido los estragos del narcotráfico en todos los niveles, estas medidas desconciertan y van en contravía de la ciudadanía, de los niños, de los jóvenes, de los deportistas, de los adultos mayores y de las familias quienes usan los parques y los espacios públicos para el sano disfrute y no para el consumo. Debemos entender que tanto en el campo como en las ciudades la droga deja estragos. La lucha contra las drogas debe continuar, pero lo más importante es que desde niños se entienda que las drogas no son el camino, que el Estado refuerce las políticas de prevención, y que, además de eso,que enfoque sus esfuerzos en ofrecer espacios en donde los jóvenes puedan explotar sus cualidades en el deporte, en el arte, en la música, en el emprendimiento y en la tecnología.

 

¡Por una juventud libre de drogas!

@LauraMedinaRuiz