Por: Carla Fernández Abril

Las últimas elecciones de Congreso, Presidencia y hasta para la Consulta anticorrupción permitieron entre ver la capacidad que tiene el voto libre y consciente, el de opinión, que solo es capaz de mover aquel actor político realmente alternativo que le apuesta a un ejercicio político fuera de todo lo que se considera tradicional.

En el marco de lo anterior se puede concluir lo que parece ya obvio: lograron curul varios congresistas que a pesar de ser su primera vez, lo consiguieron a punta de buenas prácticas e ideas que nada tienen que ver con la lechona, el tamal o las dádivas a cambio de votos; además de ello, personajes como Gustavo Petro o Sergio Fajardo lograron una votación significativa a un cargo que se dice es el más importante en el país; y finalmente, pero no menos importante, los casi 12 millones de votos que obtuvo la consulta anticorrupción, que si bien no alcanzaron para pasar el umbral, si son lo suficientemente importantes para lograr vislumbrar el descontento generalizado que tiene la población frente a los políticos que llegan a robar los recursos del erario. En general, el panorama político de 2018 fue demasiado alentador porque parece que el colombiano promedio está aprendiendo que “el que paga para llegar, llega para robar”.

Sin embargo, aún no sabemos si esto también funcionará para las elecciones locales que se avecinan. Pasa que los buenos resultados de 2018 alentaron a jóvenes, ciudadanos del común, mujeres, políticos alternativos y, en general, a todos los ciudadanos cansados de más de lo mismo a lanzarse a un cargo de elección popular: concejos, alcaldías, gobernaciones, JAL, asambleas, lo cual genera esperanza para un país que parece ir de mal en peor, pero la pregunta es: ¿será que todo el boom político de 2018 ayudará a fortalecer las elecciones locales en el marco de la transparencia y la renovación política?

Yo creo que para algunas alcaldías y concejos de ciudades grandes el voto libre y de opinión tendrá una relevancia importante, sin embargo el político tradicional del voto a cambio del puesto de trabajo, el platico de lechona y el discurso apasionado pero mentiroso tiene aún sus garras puestas sobre gran parte de la población, sobre todo aquella que por necesidad vende su voto, o que simplemente no comprende la importancia del voto programático en una sociedad que se hace llamar democrática como la nuestra.

Gobernaciones y asambleas también la tienen difícil y más cuando el voto de opinión se concentra solo en las grandes ciudades. Lastimosamente el voto amarrado y comprado aún es demasiado fuerte en varios de los municipios del país, sobre todo los más abandonados por el Estado. Por otra parte, los que más la tienen difícil son los ediles, aquellos que compiten por un lugar en la Junta Administradora Local de su comuna o localidad; y esto no es solo porque el voto libre y de opinión es escaso dependiendo del territorio, sino porque los cupos son limitados y los contrincantes son demasiados para competir dentro de una población que es muy selecta. Así, encontrar una persona que viva y vote en su localidad en bien difícil, de cada 10 personas a lo mucho 4 votan cerca de su lugar de residencia, sin contar con que mucha de la ciudadanía ni siquiera sabe qué hace ni cuál la importancia de un edil para el desarrollo de la comunidad.

A pesar de ello, seguramente estas elecciones darán mucho de qué hablar, ojalá no sea tan difícil enamorar el voto libre, y, por tanto, las corporaciones públicas, y direcciones de ciudad y departamento realmente se renueven en un gran porcentaje. Es hora del cambio, de buscar opciones realmente buenas y que quieran construir una mejor ciudad y, en general, un mejor país. Sí las hay, solo falta salir a votar, y hacerlo bien y a consciencia.

Twitter: CarlaFAbril