No bastaron los más de 6 meses de sequía meteorológica a causa del fenómeno del niño, sino que ahora se avecina una ‘sequía presupuestal’. Si bien el Presupuesto General para el próximo año tiene un incremento del 5% con respecto al año actual, la realidad para el sector agropecuario, dentro de ese Presupuesto, es otra, una disminución de 500.000 mil millones de pesos. Es decir, pasó de $2.4 billones en el 2019 a $1.8 billones para el 2020. En este punto, mi pregunta es: ¿Es suficiente ese presupuesto para promover el desarrollo rural del país?
Dos de los retos más importantes del presidente Iván Duque son lograr cerrar las brechas de desigualdad social y reducir los índices de pobreza y miseria. Resaltemos que el mayor porcentaje de pobreza extrema está en el campo. Ya los campesinos no quieren permanecer en el casco rural ni que sus hijos ejerzan la actividad agropecuaria. No hay vías, no hay servicios básicos y el Gobierno no ha entendido la importancia de este sector. Vamos a analizarlo.
El presupuesto para el sector agropecuario ha venido disminuyendo con el pasar de los años. En el 2015 tuvo un presupuesto de $3.8 billones, en el 2017 de $2.7 billones, en el 2019 $2.4 billones, y para el próximo año ya sabemos cuanto bajó. Esta es una gran causa para demostrar que la significación de este sector en el PIB (Producto Interno Bruto) nacional también ha venido en decadencia. Mientras que en el 2001 la agricultura generaba el 11.4% del PIB, ya en el 2018 tan solo generó el 6%.
Además, los campesinos, en su gran mayoría, viven y trabajan de manera informal. Hoy la informalidad laboral está en casi un 50% y la tasa de desempleo en un 9.4%. Pero veamos esta contradicción: mientras que el sector minero-energético, el cual recibe el 50% de los recursos de inversión extranjera y que genera mayores ingresos al país, solo genera el 1% de empleos; el sector agropecuario, que ha sido abandonado por los Gobiernos y necesita mayor inversión, fomenta el 17% de los empleos.
Lo anterior quiere decir que si el Gobierno comprendiera la importancia del agro, lo potencializara y estableciera políticas publicas eficaces al corto, mediano y largo plazo para poder sacarlo adelante, se lograría reducir la tasa de desempleo y aumentaría la formalidad laboral en el país.
Por otro lado, es importante trazar políticas públicas claras para incentivar el crecimiento, producción e inversión en el campo. Actualmente, en Colombia existen programas de subsidios para la ineficiencia agrícola y para apagar incendios. Yo creo que una vez establecidas las nuevas políticas del sector, estos subsidios se deben redireccionar y aumentar, pero ya focalizados en los diferentes productos a estimular.
Finalmente, le manifiesto públicamente al ministro de Agricultura, Andrés Valencia, que estoy listo para que trabajemos juntos por el agro colombiano. No podemos permitir que el presupuesto para este sector tenga tan significativa disminución, porque no se lograría cumplir con lo pactado en el Plan Nacional de Desarrollo. Somos un país rural y tenemos que cumplirle a los campesinos. Así como dice el presidente Iván Duque que el nuevo petróleo de Colombia será el turismo, la economía naranja y el sector agropecuario; así debemos unir esfuerzos y trabajar por la misma meta.