Por: Yolima Gómez

Si eres candidato a un cargo político público por vía de elección popular, este artículo te interesa. Si eres amigo o cercano a alguien que aspira a ser gobernador, alcalde, concejal, diputado o edil,  este artículo te interesa. Y si eres parte del electorado, pues con mayor razón te interesa.

Los periodos preelectorales y electorales en Colombia, Estado Social de Derecho con un modelo de gobierno democrático, son determinantes para la vida y el bienestar de todos, sin excepción. Y cuidar de los derechos y de los deberes adquiridos como ciudadanos es un asunto que pasa por la conciencia personal y social. Esta última es la conciencia de “nosotros” los colombianos.

Considerar como normal el pensamiento permeado de intereses corruptos con máscaras de falsas bondades y beneficios, que sabemos son solo temporales, gaseosos e ilusionistas, es gravísimo para cualquier democracia. Legitimar las prácticas y acciones deshonestas nos están llevando a la inminente auto-destrucción personal, social e institucional así no lo creamos. 

En el escenario político y político electoral, los colombianos de todas las esferas nacionales (estudiados o no), no podemos seguir haciendo parte de esa  cadena que fabrica antivalores. Ahí  donde las mentiras se disfrazan de aparentes verdades, la deshonestidad se camufla de una “generosidad” movida por la codicia y la avaricia danzantes en los discursos de «politiqueros» con solapas de humildad. Hoy por hoy, podemos detectar desde nuestra conciencia personal y social, quiénes son las personas, grupos y colectivos políticos desleales al proyecto de bienestar de Nación.

La enfermedad de la corrupción en lo político electoral se alimenta de la pasividad ciudadana, que cada periodo electoral se concentra en casas, calles y barrios, como testigo silencioso y  cómplice  eficiente para aquellos que pagan “favores” con dinero y recursos ajenos.

En este orden de ideas, el llamado para las próximas elecciones es a votar. Sobre todo, a votar con libertad.  Vota por el proyecto o por el colectivo que te convenza, por el que tiene una trayectoria respetable. Jamás por el que te aborde con dinero o amenazas; nunca por el que te acorrale y  te ofrezca planes gaseosos o a cortísimo plazo. Votar sin miedo.  Votar por convicciones propias y no ajenas, claras y no manipuladas. Es ir a la cama y levantarte todos los días con la conciencia tranquila.  Vota en blanco si nadie te convence, eso es manifestar tu desacuerdo. Empecemos a creer que la democracia en Colombia, aunque imperfecta, es viable.

Mi invitación como ciudadana de ‘a pie’, es a no fortalecer  el mercado menospreciable  que hemos levantado en el ejercicio de la democracia ciudadana. No más tráfico de intereses, no más trashumancia. No más  compra-venta de  votos y libertades ciudadanas. No más compra de conciencias a ciudadanos desinformados. Aún estamos a tiempo de ejercer bien nuestros derechos ciudadanos, y de animar a que miles más para que también lo hagan.

@yolicampos