Muchas veces llegamos a creer que ya no hay machismo, que las mujeres hemos hecho valer nuestros derechos y ganado un lugar en distintos ámbitos. A grandes rasgos parece que todo cambió, que ya no vivimos en esa época donde la mujer no tenía valor, donde era vista como un objeto y no como persona. Donde soportaba insultos, gritos, humillaciones, golpes… Con los años se ha alzado la voz, y sí, parece que todo ha cambiado, pero no es verdad, lo cierto es que el machismo vive en pequeños actos y en gestos sutiles, bueno, no tan sutiles.
La política es un ámbito fuerte en este tema, sin ir muy lejos, haciendo referencia al presidente de EE.UU., Donald Trump, además de ser reconocido por su gestión como mandatario de la potencia mundial, también lo es por sus frases “masculinas”. Recordemos algunas de ellas: “Las mujeres son, en esencia, objetos estéticamente agradables”. “La mejor parte de una película es cuando hacen callar a las mujeres”. “Que todas las mujeres coqueteen conmigo es algo esperable». “Si eres famoso puedes coger a las mujeres por el coño». «Las mujeres embarazadas son un inconveniente para las empresas”.
(Vea: Las frases machistas más impactantes de Donald Trump)
Trump no es el único que ha salido con frases majestuosas, lo acompaña Vladímir Putin, presidente de Rusia, quien expresó que nunca tiene días malos porque no es mujer y que entre chiste y chanza afirmó que una mujer lo único que necesita para ser feliz es una máquina para hacer ejercicio, una masajista y un pretendiente; y, Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, quien afirmó que “no emplearía hombres y mujeres con el mismo salario. Pero, hay muchas mujeres competentes”.
En ocasiones, comentarios como los anteriores parecen graciosos, pero están llenos de humillación y maltrato. Lo peor de todo es que es culpa de todos que esto ocurra. Los hombres mencionados gobiernan países que están bajo el régimen político democrático, son los ciudadanos quienes los elijen y estos mandatarios se convierten en un ejemplo a seguir, si ellos tienen esas percepciones y lanzan tremendas afirmaciones, ¿qué se puede esperar que piense el resto?
En el ambiente laboral las mujeres ganan menos solo por el hecho de ser mujeres, según ONU mujeres y la OIT “la brecha salarial a nivel mundial fue de 23% para el 2017”. En Colombia, en el año 2017, las mujeres ganaban 17% menos que los hombres, aun teniendo los mismos estudios y la misma experiencia laboral (Fuente: DANE). Si hablamos de la tasa de desempleo, las cifras hablan por sí solas, «para el trimestre junio – agosto 2019 la tasa de desempleo para las mujeres fue 13,4% y para los hombres 8,0%”, DANE ¿Queda algo más por decir?
En el machismo influyen muchos aspectos, las influencias de personas con cierto tipo de poder, los comportamientos habituales, el trabajo, la casa, la familia, la sociedad en sí. Parece increíble, pero así es ¿Cuántas veces las mujeres han sentido que las decisiones, los proyectos, los sueños, las ideas se toman con base del machismo que las rodea? Respondan en los comentarios.
Pero, ¿de dónde nace esto? Muchos responderán que es un comportamiento antiguo que hemos mejorado con el tiempo. Sí, tienen razón. Sin embargo, esa no es la raíz del problema, esto se trata de un tema cultural, de cómo estamos creciendo, bajo qué valores, bajo qué enseñanzas, qué comportamientos, qué ideas. No solamente es una enfermedad infectada por los hombres, sino por las mismas mujeres que se creen la idea de que son inferiores y la transmiten a quienes las rodean, porque así han sido educadas.
Todavía, algunos viven con la idea que los hombres no son capaces de realizar las tareas del hogar y que una mujer no tiene la capacidad de gobernar una ciudad, haciendo referencia a la alcaldesa electa Claudia López. Otro ejemplo cercano: los hombres pueden salir, verse con sus amigos, disfrutar de unas cervezas… pero si una mujer lo hace, está mal y en ocasiones le dicen «vagabunda». Y estas posturas no son correctas.
Las mujeres han demostrado de que están hechas, que son capaces incluso de superar a los hombres en cosas que parecían impensables (para los hombres). Algunos ejemplos son: Mariana Pajón, doble medallista olímpica y elegida mejor deportista femenina de América; Michelle Bachelet, presidenta de Chile (2014-2018); Yalitza Aparicio, primera mujer indígena mexicana en ser nominada al premio Oscar; Parveena Ahanger, activista de derechos humanos de Cachemira, India; Kimia Alizadeh, luchadora de Taekwondo de Irán; MiMi Aung, gerente de proyecto en la NASA, Estados Unidos; Judith Bakirya, agricultora nacida en Uganda… Son muchas las mujeres destacadas, aquí un listado de la BBC.
Existen varias frases populares para enfundarles su hombría a los hombres y la debilidad a las mujeres y que definitivamente se deben dejar de escuchar: “Los hombres no lloran”, “los chicos no visten de rosa”, “pórtate como un macho”, “actúas como una niña”, “ser débil es de mujeres” ¿Desde cuándo hacer algo como niña o mujer está mal? La campaña de Always #ComoNiña deja una gran reflexión.
No es un problema individual, es un problema social y eso nos está haciendo mucho daño. El machismo es una enfermedad que está camuflada, existe, pero nos hacemos los ciegos, y actuamos como si no estuviera allí. Termina convirtiéndose en una guerra de géneros en donde todos pierden. Los hombres por creerse superiores y las mujeres a no dejarse, porque a pesar de que les metieron ese chip, tienen la ilusión de que llegará la igualdad.
¿Cómo solucionarlo? Hay que cambiar el pensamiento que se ha venido creando desde generaciones atrás. Todo empieza por la casa, con educación y comunicación, orientar a los niños sobre cómo lograr una equidad entre hombres y mujeres que beneficie a ambos. De igual manera, la educación debe llegar a todos, llevar el mensaje de igualdad, sin violencia. Marchar desnuda no hará a una mujer superior a un hombre. Una mujer demuestra quién es con sus capacidades, con su talento, con su manera de llevar las situaciones, siempre con la frente en alto y orgullosa de ser mujer.
Mujeres, somos valiosas, competentes, inteligentes, poderosas. Se ha logrado mucho, pero todavía queda mucho camino por delante.