El vallenato es patrimonio inmaterial de la humanidad, un género musical que cuenta con más de cien años de historia, que nació en Colombia cuando el acordeón entró por la puerta grande y que hoy representa la cultura de nuestra nación. Sin importar la región, las costumbres y diversas tradiciones de nuestro país, el vallenato corre por nuestras venas, es la sangre colombiana que circula desde los guajiros hasta los amazónicos y que, por supuesto, hace escala en los bogotanos. Fue así como un ‘cachaco’ se enamoró de su melodía: Beto Jamaica rompió el paradigma de que el vallenato es de los costeños y se convirtió en un rey, en el primer Rey Vallenato ‘cachaco’. Estas letras son un homenaje a su historia y a su legado.
Beto Jamaica: “El Rey” Cachaco cruzó un camino lleno de duras batallas que le han enseñado que la vida es un juego donde el que actúa correctamente obtiene grandes frutos, recompensas y bendiciones. Con esfuerzo, dedicación y un profundo amor por la música, se coronó en el 2006 como el primer Rey Vallenato ‘cachaco’, en la categoría de acordeonero en el Festival de la Leyenda Vallenata, en Valledupar.
El amor por el vallenato nació en su casa, donde lo escuchó por primera vez por casualidad. Sin embargo, a sus padres no les gustaba este tipo de música, por lo que a Beto se consiguió un pequeño radio para poder escuchar las canciones a escondidas y aprendérselas. Con el tiempo educó su oído y con ingenio creó su primer instrumento musical, una batería hecha con tarros de aceite desocupados. Luego, con mucha creatividad, hizo su segundo instrumento, una guacharaca, hecha con un tuvo PVC, hasta que tuvo el dinero para comprar una profesional.
Su primer acordeón fue de segunda, lo consiguió luego de trabajar muchos años como constructor. Sintió una inmensa satisfacción al tenerlo en sus manos, lloró porque sufrió mucho para poder tenerlo. Él veía un acordeón en un almacén de instrumentos musicales y le daban ganas de llorar porque no tenía con qué comprarlo. A partir de ahí la vida le cambió, empezó a ir donde los hermanos Sierra, unos maestros del acordeón que lo apoyaron en este camino.
Todas las noches llegaba de trabajar tipo 6:00 o 7:00 de la noche, y con sus dedos rotos y las manos golpeadas dedicaba entre dos o tres horas a ensayar, hasta que los vecinos se molestaban; entonces suspendía su práctica. Hernando Celis Cristancho, un acordeonero boyacense, lo impulsó a entrar al mundo de los festivales. Motivado por el boyacense, Beto participó en festivales y obtuvo grandes logros. Él, al ver sus capacidades, se propuso ganar el título en Valledupar. Desde ahí empezó a practicar entre ocho y diez horas diarias, mejorando sus dificultades y luchando por ser el mejor. Así, se iba a los concursos y grababa las presentaciones de los participantes. Luego hacía comparaciones y combinaba los estilos.
En 1993 participó por primera vez en el Festival de la Leyenda Vallenata pero no le fue muy bien, lo eliminaron rápido, pero eso no lo desmotivo sino que siguió participando anualmente, mejorando cada vez. Fueron trece años de lucha para este ‘rolo’, presentándose cada año en Valledupar. Aunque los jurados encontraban alguna falencia en su presentación o había mejores participantes, Beto tenía claro que él quería ser el primer Rey Vallenato del interior y que así sería.
Finalizando abril del año 2006, Beto era uno de los cinco finalistas del festival y era el turno de demostrar todas sus capacidades. Fue el primero en presentarse esa noche. Él confiaba en sí mismo, pero sentía que por pasar de primeras no tendría oportunidad de ganar. Estando en tarima respiró profundo, se concentró en su interpretación y tocó su acordeón como un verdadero rey. Al finalizar su presentación sintió que lo había hecho como todo un profesional.
El jurado dio su veredicto en el que anunciaba a Beto Jamaica como el nuevo Rey Vallenato. En ese momento Álvaro González Pimienta, jurado del concurso, abrazó a Beto y le dijo «hermano, usted se lo merece. Es por lo que ha luchado durante tanto tiempo, disfrútelo».
Nacieron grandes proyectos, grabó junto con Enaldo Barrera (Diomedito), la musicalización de la telenovela Diomedes el Cacique de la Junta. Creó su propia agrupación musical “Beto Jamaica, Rey Vallenato”, con esta ha completado más de 58 producciones discográficas, grabado aproximadamente 1.800 canciones y actualmente se encuentra trabajando en una nueva producción que será una gran sorpresa para quienes aman este género musical.
Javier Mutis, un ejecutivo del mundo de la música y encargado de llevar artistas al exterior, se interesó en Beto. Él mostró su material en diferentes países y lo incursionó en ese mundo. Ya llevan ocho años en este proyecto. Gracias a esto ha tenido varias giras alrededor del mundo y su música le ha permitido conocer países como Estados Unidos, Corea del Sur, Japón, Canadá…
Aparte de interpretar los clásicos del vallenato en su acordeón, también compone. Se inspira en el día a día o en las historias les pasan a sus allegados. “Simplemente me encierro en mi cuarto, riego los acordeones sobre mi cama y me nace la inspiración. Yo tengo la fortuna de cuando me contratan para grabar una canción, tengo la tranquilidad de hacerle 10 introducciones, 10 intermedios y 10 finales, al final cuadro todo y me sobra material para otras canciones. Dios me dio el don de la creatividad.”
Así mismo, Beto incursionó en el mundo de la producción. Actualmente esta participando como productor, arreglista y, por supuesto, acordeonero de una artista mexicana, Guadalupe ‘Lupita’ Mendoza. Hasta el momento han grabado 7 canciones entre las cuales está No me engañas. Con Lupita Mendoza se encuentra regrabando la primera canción que compuso, Mi cumbia hermosa, y en esta ocasión la renombrará Mensajes de paz.
Para Beto, una de las claves del éxito es retroceder, echar hacia atrás y aprender de eso. La disciplina y el amor por Dios son, también, dos pilares fundamentales. Él es un ejemplo más de que los sueños sí se cumplen. Mi respeto y admiración por este grande.