En medio de esta pandemia hemos logrado identificar verdaderos liderazgos y también verdaderas ambiciones de poder.
En Twitter leí una frase que me gustó mucho y que define perfectamente lo que muchos percibimos en este momento de crisis: “Duque quiere salvar vidas, Claudia quiere hacer política”.
La política es casi que inherente al ser, somos animales políticos, como el lema de mi carrera en la universidad: “todo es política, es una ciencia”. Sin embargo, eso no quiere decir que en plena pandemia deban salir a flor de piel las ganas de politizar hasta un virus.
La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, no ha hecho el mínimo esfuerzo por ocultar sus ansias de poder. El momento que vivimos exige un liderazgo enfocado y centrado, no un liderazgo vociferante, retador e incoherente. Lastimosamente ella parece no entenderlo.
La ciudad de Bogotá tiene más de 2.500 casos de contagio, largos trancones que irrespetan la cuarentena, Transmilenio lleno como cualquier día, personas bloqueando las calles porque no les llegan las ayudas, entre otro montón de situaciones desafortunadas en medio de la crisis.
A pesar de tanta problemática, la alcaldesa prefirió invertir el dinero de los bogotanos en publicidad para su administración, más de 6 mil millones que hubieran servido para comprar 40 mil mercados de 150 mil pesos, solo por poner un ejemplo.
También vive quejándose de la movilidad pero prefirió dejar al Secretario de Movilidad en su cargo sabiendo que él se encuentra en Argentina hace más de un mes.
Sumado a esto, ella y su esposa han violado la cuarentena saliendo juntas a hacer mercado, a pasear y presuntamente hasta a comer pizza. Es necesario que el ejemplo empiece por la alcaldesa de la ciudad, esa que tanto nos recalca que debemos quedarnos en casa. Para completar en televisión nacional afirmó que en Bogotá se habían entregado 1,7 millones de mercados, pero el presidente del Concejo y la página de Bogotá Solidaria dijeron lo contrario, no están registrados sino alrededor de 40 mil mercados.
Aquí podría quedarme evidenciando la cantidad de incoherencias a las que nos somete Claudia López como gobernante. Sin embargo, lo que importa es evidenciar cómo es capaz de utilizar su cargo de poder para constantemente retar al presidente y querer contrariar su autoridad, tanto así que quienes votaron por ella lo han reprochado.
La alcaldesa debe entender que este no es momento de politiquear, es momento de tomar decisiones prudentes y acertadas, no decisiones que aparentemente demuestran autoridad pero en realidad tienen un aire a campaña en medio de una pandemia. Por eso una vez más le digo a la alcaldesa de Bogotá: Claudia, usted no es presidente.