Por: Carlos Ossa B

El covid-19 ha causado grandes estragos en la vida de las personas alrededor del mundo, ha logrado acabar con viajes, empresas, empleos, relaciones, formas de comunicarse, etc. Con lo único que no ha sido capaz de acabar o reducir es con la corrupción, lejos de despertar conciencia en muchos gobernantes, la pandemia se ha vuelto un fortín para los políticos corruptos.

Gracias a los decretos de emergencia que se dan en el marco de contingencia para detener los efectos nocivos de la pandemia, los alcaldes han aprovechado para llenar sus bolsillos de dinero con las contrataciones directas, mercados con sobre costos, aumento de personal por prestación de servicios para atender la crisis, cuando realmente están pagando cuotas políticas, compra de víveres sin estándares propios de calidad, contratos de asesoría de imagen que hacen pasar como pedagogía contra el virus y un largo etcétera.

Con absolutamente todo lo malo hay algo aún peor, bien lo dice un dicho popular “lo malo no son los políticos corruptos sino los ciudadanos que los defienden”, cuando algún concejal, periodista, veeduría o cualquier ciudadano del común se atreve a denunciar cualquier tipo de irregularidades no recibe sino insultos o ataques, ya que tocaron a su político favorito o a quien les dio el contrato con el cual resisten la pandemia.

¿Se debe detener el control político mientras dure la pandemia? El principal argumento de quienes están a favor de los políticos cuestionados es que este es un tiempo de crisis, por lo tanto no hay que “joder”, afirman sin sonrojarse que el hacer control político afecta los derechos de los demás, si se suspende un contrato los que sufrirán son los más pobres.

Dicho argumento me recuerda a las falacias de otras campañas políticas, por ejemplo:

-En la consulta anticorrupción: “Si ud. no vota es porque le gusta la corrupción”, como si no hubiese tenido muchos “peros” esa consulta.

-El plebiscito por la paz: “Si ud. vota NO es porque quiere la guerra”, cuando dejemos de pensar que afirmaciones gratuitas hacen el cambio ahí si tendremos uno verdadero.

Ahora bien, en una posición personal creo que es mejor para el pueblo un solo concejal que haga control político a 100 mercados con sobrecosto, es preferible un debate de control público donde se critiquen ciertas gestiones a una nomina desbordada de contratistas innecesarios.

Existen administraciones municipales en Colombia con el descaro de afirmar que están quebrados por culpa de la administración anterior, siendo esa misma administración la que los llevo al poder (sin importar que sean de partidos diferentes), con capacidad de hablar de cambio o un rumbo mejor, con el pacto de hablar mal en campaña de esa administración y hasta cuando estén gobernando, pero, respetando pactos ocultos.

Esos mismos no tienen problema en vociferar a los cuatro vientos que todo lo hacen es de manera transparente, por ayudar a los más necesitados y se regarán en la prosa de sus mentiras y en la muerte de los que deben proteger.

No creo que el filosofo Lord Acton estuviera equivocado cuando dijo “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Esto derivaba cuando un gobernante no tiene ningún tipo de control a su gestión. Si hay un verdadero mal que azota a los colombianos y que calcina por completo sus derechos es la corrupción. La mejor forma de combatir este flagelo (así a algunos no les guste) es con el control político y social.

@Carlossa_B