Por: Jorge Iván Cárdenas

La relación del Estado colombiano con organismos internacionales históricamente ha sido estrecha. Ejemplo de ello ha sido la relación de los dos últimos Planes de Desarrollo Nacional con los Objetivos de Desarrollo del Milenio y los Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados por Naciones Unidas, así como la permanencia de un colombiano durante más de 15 años en la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y más recientemente el ingreso a la OCDE.

El cúmulo de lecciones aprendidas a nivel internacional por estos organismos han favorecido enormemente el desarrollo del país, en particular cuando el Estado reconoce las limitaciones en la planeación y ejecución de las políticas públicas. La materia de administración y gestión pública, sin duda, es un aspecto por mejorar de cara a procurar ser más eficiente en la intervención del Estado y sus herramientas regulatorias. Aquí la cooperación es clave para la transferencia de conocimiento.

Estos avances en materia de desarrollo y cooperación en Colombia se han visto traducidos, por ejemplo, en el reconcomiendo del país como unos de los cuatro mejores países de América Latina y el Caribe en la construcción de gobiernos efectivos, según logros y retos identificados por el BID en 2013. El Gobierno actual reconoce en su Estrategia Nacional de Cooperación Internacional la gestión pública por resultados en la lucha contra la pobreza y en la promoción del desarrollo económico. 

Desde un enfoque territorial, recientemente el Banco Mundial y el BID aprobaron US$150 millones para la actualización de la política de catastro multipropósito; con RIMISP, Planeación Nacional identificó las subregiones funcionales y nodos de desarrollo que reposan en el Plan de Desarrollo vigente; y con el Ministerio Noruego de Clima y Medio Ambiente, Cooperación Alemana, el Banco de Desarrollo de Alemania KFW, entre otros, se logró publicar el Modelo de Ordenamiento Territorial Regional para la Amazonia Colombiana (MOTRA).

El desarrollo y procesos al respecto vienen de una experiencia en articulación de vieja data, sin embargo, hoy de cara a la recuperación económica post pandemia y desde una oportunidad de fortalecer la visión territorial, urge seguir fomentando la cooperación internacional para el fortalecimiento de capacidades técnicas. Las restricciones de movilidad causadas por el covid están potencializando el desarrollo a escalas locales y niveles subnacionales, principalmente en productividad.

El comercio se ve restringido, y, en efecto, el fomento de políticas de economía circular en los territorios levanta la mano como alternativas de desarrollo y recuperación. Sin embargo, dado que, recientemente en la práctica Colombia carece de ímpetu y fortalezas al respecto, más que nunca es importante promover, mediante cooperación internacional, respectivas potencialidades. Entender la dimensión territorial y dar largas a la cooperación que comparta experiencias y transfiera conocimientos es simplemente un acto mezquino por el desarrollo de los territorios.

Al entender la dimensión territorial es prioridad conocer el concepto de descentralización desde todos los aspectos de la gestión pública, tanto administrativa, regulatoria, como de gestión financiera. Claramente esto requiere fortalecer las capacidades de los niveles de gobierno regionales, pero desde una visión democrática del desarrollo. En consecuencia, la cooperación internacional técnica permite, a través de la generación de conocimiento, fortalecer respectivas capacidades y fomentar aspectos técnicos que trasciendan la esfera política-administrativa.

Es importante estar a la vanguardia del conocimiento generado en la escala global, que incida en los escenarios territoriales del desarrollo. Hoy muchos organismos están dispuestos a ofrecer cooperación y miran a Colombia con buenos ojos, nosotros deberíamos aceptarlos y trabajar conjuntamente por el bien común de los territorios.

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