En consecuencia del trámite que surte en el Congreso del Presupuesto General de la Nación (PGN), en donde tendrá lugar la regionalización de este, así como divisando la recesión y pronta materialización de una depresión de la economía por efecto del covid-19, es preciso revisar la focalización de este en las regiones utilizando metodologías de funcionalidad. Esto con la motivación de ocasionar un multiplicador del gasto que amenice la recuperación.
El PGN es tradicionalmente la fuente más representativa de financiamiento del Estado y soporte de la economía, esto con rubros que han oscilado entre el 18 % del PIB. Actualmente, el comienzo para 2021 es poco alentador, dado que los indicadores macro para cierre de 2020 muestran una tasa de desempleo rayando el 20 %, un déficit fiscal sobre el -5.1 %, y una estimación de -7.8 % en el crecimiento económico.
El PGN considera los indicadores macro y se construye con base en la demanda de los programas de las entidades del orden nacional. Tiene tres componentes claves; el funcionamiento, la inversión y la deuda. También hace parte del plan de inversiones del Plan Nacional de Desarrollo (PND). Sin embargo, al revisar la Guía para la Regionalización de la Inversión Pública – o PGN – se evidencia un vacío que debe ser atendido.
El PND tuvo un avance significativo sobre el paradigma de cómo se abordaba la regionalización y en efecto adoptó la metodología de regiones funcionales, en esta se encontraron 100 subregiones funcionales y se categorizaron los nodos de desarrollo, según su predominancia rural o urbana. En otras palabras, se encontró el cómo funcionan las regiones de cara a la focalización de la inversión pública.
Ahora bien, al revisar el Mensaje Presidencial del PGN 2021 no se encuentra el importante hallazgo que adoptó el PND respecto a la funcionalidad de las regiones. En efecto, tendrá algunas transferencias sujetas al Sistema General de Participaciones que están guiadas a la satisfacción de necesidades básicas en agua, salud y educación. Sin embargo, no aclara cómo se focalizará en las regiones los rubros de funcionamiento e inversión, este último del 16.9 %.
El funcionamiento del PGN es más bien inflexible, pero respecto a la inversión se deberá incluir un criterio de focalización, según las funcionalidades del territorio. Cuando se revisa la funcionalidad del territorio y se cruza con los sectores predominantes, dentro de las regiones se puede encontrar alternativas para mejorar la focalización. Por ejemplo, mientras la generación de empleo en Mitú depende de los servicios sociales, en Cali depende de los servicios financieros.
Es decir que al adoptar un esquema de regionalización basado en funcionalidades se podrá amenizar la focalización de la inversión del PGN, dar lugar a un multiplicador del gasto más efectivo, y en efecto amenizar la recuperación. Por ejemplo, los sectores con mayores rezagos fueron el de entretenimiento, comercio, construcción, infraestructura y explotación de minas y canteras, los cuales no funcionan igual en todo el territorio nacional y necesitan con urgencia una reactivación contundente.