En este escrito se quiere resaltar el panorama de los cundinamarqueses en la actual coyuntura de pandemia, y porque no, de los momentos difíciles para la economía, la sociedad y la política. Para este análisis utilicé la ayuda de un gran cundinamarqués, el ingeniero Julio Roberto Salazar Perdomo, el cual ha dedicado su carrera profesional al servicio de los habitantes de Cundinamarca como exgerente del instituto de Acción Comunal del departamento, y jefe de gabinete del exgobernado Jorge Emilio Rey Ángel, y claro, como emprendedor campesino.
Para ello vamos a dialogar con él, para que nos cuente cómo está el panorama económico, político y social en el departamento de Cundinamarca.
Durante sus labores profesionales, el ingeniero recorrió los 116 municipios, así que es conocedor de las oportunidades, debilidades y fortalezas que se tiene en el territorio, y aquí se las contaré.
¿Cómo es su vida ahora, después de servir durante cuatro años al departamento?
En estos momentos, como todos los colombianos, estoy adaptándome a la virtualidad, sin embargo, continúo sirviéndole al departamento; dejamos muchísimos amigos en Cundinamarca, con quienes mantenemos una comunicación activa y permanente, no hemos parado de atender, de escuchar y de estar dispuestos al llamado de las personas que requieren atención.
En el ámbito profesional, me encuentro desarrollando un reto muy enriquecedor en los escenarios de la integración regional, que me ha permitido profundizar en esa agenda de trabajo conjunto entre los territorios del centro del país.
Y, simultáneamente, estoy preparándome académicamente, cursando una maestría muy interesante, que de seguro nos permitirá enfrentarnos con nuevas y mejores herramientas a los nuevos retos profesionales que Dios nos tenga preparados. Pero siempre al servicio y pensando en Cundinamarca.
¿Cuál es el mayor reto para Cundinamarca en la post-pandemia?
Realmente, en este momento no podemos hablar de post-pandemia; el mundo entero se encuentra en la búsqueda de una posible vacuna para la enfermedad, por lo que el panorama sigue siendo bastante incierto al respecto. En este sentido, han sido las autoridades mundiales en salud las que nos han pronosticado que debemos acostumbrarnos a esta “nueva realidad”, y se trata de convivir con este virus y con nuevas medidas sanitarias.
Lo que sí es cierto es que, como secuencia a la pandemia, la economía mundial se ha visto gravemente afectada, en especial en países en vía de desarrollo como Colombia.
Sin duda, para Cundinamarca hay varios retos, por ejemplo flexibilizar organizada y adecuadamente las condiciones de movilidad, para empezar el camino hacia una efectiva reactivación económica. Se debe apostar por proyectos que generen empleo, apoyando a medianas y pequeñas empresas en el departamento, que promuevan la agroindustria, el turismo y el comercio, en general, también pensar en la conectividad que será un instrumento esencial para la vida. Lo es en el presente y lo será aún más en el futuro cercano.
En el nivel nacional, un sector que demostró ser el gran soporte para la sociedad en materia de seguridad alimentaria es el campo; hay que fortalecerlo, hay que rodearlo, hay que acompañarlo y sería una gran oportunidad de reivindicación con quienes históricamente han sido objeto de arbitrariedades y receptores de las más cruentas violencias desde siempre. Este momento se convierte en una oportunidad para darles el verdadero valor a los campesinos de Colombia.
Otro reto importante es generar una cultura más cercana a las tecnologías de la información y las comunicaciones, tanto para asuntos laborales, comerciales y sociales, en general, como para la educación que tantas brechas ayudaría a cerrar.
Siempre, después de los desastres, las crisis, las guerras o las pandemias, la humanidad ha logrado reducir las desigualdades, producto de los planes de choque implementados para la recuperación; esperemos que esta sea una de esas buenas oportunidades para estrechar tanta inequidad; pero siempre con mecanismos que permitan, por encima de todo, salvaguardar la salud y lo más importante: la vida.
Dado que se conoce su trabajo por Cundinamarca, ¿Qué sigue para Julio Roberto en su carrera pública?
En este momento estoy enfocado en mi familia y en sacar mi maestría adelante, pero por supuesto siempre dispuesto a trabajar por Cundinamarca. Ya llegará el momento de detenernos a pensar en cuál será el camino, donde Dios lo permita y en donde la gente también así lo quiera. Lo que sí es cierto es que, en este momento de la vida, hay que estar abiertos, en contacto con las comunidades sin hacer tanto ruido y más bien estar dispuestos a la colaboración y ayuda, atentos al llamado de quienes están en situaciones difíciles, ser solidarios, y hacerlo silenciosamente, con el corazón, porque muchas personas están pasando por un momento complejo y precisan de nuestro apoyo y consejo resiliente.
¿Cree que los dinamismos políticos en Cundinamarca para elegir líderes cambiarán en la post-pandemia?
Seguramente sí, el solo hecho de realizar reuniones masivas ya es y será difícil, por eso, todas las prácticas políticas y de elecciones deben ser modificadas y adaptadas a esta nueva realidad; quizá la tecnología, las redes y las demás herramientas digitales entrarán a ser protagonistas en materia de difusión de programas y comunicaciones. La acción política debe actuar salvaguardando la salud y el bienestar de todos.
Además, la gente ha entendido que la política, como verdadero instrumento de organización de la sociedad, debe ser un elemento de soporte, de ayuda, de solidaridad y acompañamiento, no de oportunismo, entonces deben aflorar los escenarios propositivos en pro de la gente y en busca del bienestar de las comunidades, con respeto y con armonía.
¿Qué retos tiene el agro en Cundinamarca?
Primero, avanzar como se ha venido haciendo en la formalización de la propiedad, en aumentar el uso productivo de las tierras y en incrementar los proyectos enfocados a la seguridad alimentaria; esto no solo permite mejorar la calidad de vida de las áreas rurales, sino que también genera una cultura del agro. Este aspecto, en particular, permite un mejor desempeño en indicadores sociales y disminución de la pobreza multidimensional.
A lo anterior, debemos sumarle una mayor implementación de tecnologías para el uso efectivo, eficiente y óptimo de los recursos, así como aumentar la inversión en la infraestructura vial, especialmente la red terciaria, para mejorar la competitividad y la productividad del departamento.
Hay todo por hacer: mejorar la prestación de los servicios públicos de las áreas rurales, entregar mayores incentivos, de todo tipo, a proyectos competitivos enfocados a la agricultura, y dedicarle a la mujer rural un capítulo supremo.
Y por supuesto, la relación con el Distrito Capital es una gran apuesta que Cundinamarca debe considerar en diversos temas enfocados al desarrollo de la región, especialmente el agro.