¿Cuál es el significado del amor? ¿Hay una edad ideal para enamorarse? ¿En una relación sentimental existe un ‘para siempre’?
Hace más de tres décadas, bajo el bello cielo que me vio nacer, comenzaba aquella hermosa etapa de la adolescencia y entre líneas mis ojos descubrían por primera vez la descripción que hacían los griegos sobre los tres tipos de amor a los que ellos llamaron: Eros, Ágape y Philia.
En aquella época muy poco se veían las siluetas marcadas, las curvas voluptuosas y los escotes en la espalda que llegan justo a la gloria; eso diría un caballero en la actualidad, mientras sus ojos ansiosos quieren ser complacidos ante la “belleza” de una niña, una adolescente o una mujer.
35 años atrás no se veía el sexo en internet y los medios de comunicación no mostraban desaforadamente en sus pantallas a la mujer casi desnuda vendiéndola como un objeto sexual. Sí; no te asombres porque actualmente la percepción de «belleza» de una mujer mariposa se desdibuja ante los estereotipos hoy impuestos por la sociedad.
Hablaré en estas líneas del irreal amor de “EROS” (Romántico y pasional), aquel que hoy devora al mundo, ese amor “de un rato”, pasional e impulsivo. Responsable de que soló sientas una desenfrenada atracción sexual por una persona y luego por otra y otra. Es para mí un amor egoísta porque busca satisfacer el deseo propio devorando al otro.
El amor es un sentimiento asociado con el cariño, cuidado, respeto y afecto; sin embargo, las formas de comprender, expresar, definir y vivir ese “sentir amor” son construcciones socioculturales o conductas aprendidas que lastimosamente se ha desdibujado de su esencia y del verdadero significado del amor real.
Desde la antigua Grecia la mujer carecía de valor ante el hombre, su vida se orientaba a la función primordial de tener hijos. Cuando la niña tenía alrededor de los 13 y 15 años de edad los padres concertaban un matrimonio, eligiendo al pretendiente más adecuado; sin duda ha existido una construcción social y cultural que influye en la educación emocional y la vida de las mujeres y las niñas a lo largo de la historia.
Ese eclipse emocional, esa idea occidental del “amor ideal”, del “para siempre” y de que “el enamoramiento” son las miles de mariposas que duermen en su vientre, acompañado del mito que existe un “príncipe azul que las salva”, estos sin duda son algunos ideales que han marcado estas nuevas generaciones.
Hoy vemos cómo muchas niñas han crecido creyendo que son princesas de Disney sin más armas que su belleza física y su llanto. Sin compasión se enfrentan a un mundo hostil, banal, carente de sentimientos y valores, inmersas en su mundo, viviendo como en un cuento de hadas y esperando en el castillo al príncipe azul que asome a su ventana.
Pues tristemente la realidad es otra, el desastre está por dentro, las mariposas mueren lentamente, la desilusión, el afán desmedido por desojar margaritas en la cama, la mente y la realidad por caminos distintos.
Quizás lo experimentamos en casa, lo vemos en medios de comunicación, lo hablamos entre amigos y los estudios lo demuestran; estamos frente a una juventud sin valores, sin un norte, con vacíos, queriendo llenarlos con alcohol, drogas, sexo, prostitución generada por internet (webcam). Sí bien es cierto que las generaciones deben evolucionar, difiero del concepto de “vivir la vida” que argumentan estas nuevas generaciones, idea vendida por un sistema de consumo sin escrúpulos.
Hoy, asomarse al mundo adolescente, una edad transitoria en la que la persona está generando una identidad, es un terreno de diversidad en donde los patrones de comportamiento son imprevisibles.
En las últimas décadas se han producido cambios políticos, económicos, culturales y sociales relevantes en el sistema. Estos cambios repercuten significativamente sobre los estilos de vida y modelos de comportamiento; desde mi propia experiencia puedo decir que todo aquello que regula nuestra existencia se basa en pensamientos, sentimientos y acciones, ellos son los que proporcionan un hecho diferencial en la existencia humana.
Finalmente, quiero realizar mi reflexión concluyendo que en la sociedad actual, es primordial que exista una educación emocional para nuestros niños y niñas que construya una identidad asertiva, aporte valor y una adolescencia concebida desde la dualidad; afectividad versus racionalidad, libertad versus respeto y amor versus espiritualidad.