Ni mariposas en el estómago, ni magia, ni amor a primera vista. Esta columna involucra a un Personero del occidente de Boyacá que debe velar por los derechos humanos y hoy amenaza de muerte a una mujer, su excompañera sentimental.
Lo distintivo de la condición humana se ha definido desde la antropología en función de una relación interdependiente entre naturaleza y cultura. Esta interdependencia se expresa con mayor fuerza en el amor, elemento universal de la vida humana, cuya interpretación y experiencia depende del sistema y los patrones culturales que lo afecten.
El amor en pareja no viene listo como un producto de fábrica, no hay una receta perfecta. Desde mi experiencia, una relación de pareja es una construcción social y personal, se genera día a día de la mano de esa compañera o compañero que hemos ELEGIDO, porque nadie nos obliga.
Qué importante es generar ese cambio de consciencia entre hombres y mujeres. No se trata de idealizar, guiados por las películas de Hollywood o las novelas de Corín Tellado que veíamos desde pequeños tal vez junto a nuestros padres.
De esa ficción a la realidad hay un gran abismo. Todo lo que nos han vendido allí afuera es fantasía, el amor romántico se desdibuja cuando en una relación se ve afectada la dignidad personal.
Remontándonos al origen del patriarcado, la historiadora Gerda Lerner en su obra La creación del patriarcado nos habla de las primeras bases psicológicas para las relaciones que eran de dominación-sumisión entre los sexos. Dice lo siguiente:
“El colectivo masculino tenía unos derechos sobre las mujeres que el colectivo femenino no tenía sobre los hombres. Las mismas mujeres se convirtieron en un recurso que los hombres adquirían igual que se adueñaban de las tierras. Las mujeres eran intercambiadas o compradas en provecho de su familia; más tarde se las conquistaría o compraría como esclavas, con lo que las prestaciones sexuales entrarían a formar parte de su trabajo y sus hijos serían propiedad de sus amos” (Lerner 1990: 310-311).
Como mujer y madre me causa indignación leer estas líneas y saber que en la actual sociedad hemos avanzado muy poco; se sigue viendo a la mujer como una propiedad privada y las rosas que quizás algún día fueron dadas para conquistar, después de unos meses de halagos, selfies perfectas, miles de te amo, locuras entre sabanas y mimos de madrugada, se convierten en desprecio, agresiones físicas, verbales y hasta en amenazas de muerte.
El maltrato de género es un problema con raíces culturales muy profundas y afecta en más alto porcentaje a las mujeres. El número de mujeres maltratadas y asesinadas por sus compañeros o excompañeros sentimentales es tan alto que nos hace preguntarnos: ¿qué aspectos de la educación masculina producen estos resultados? Lo anterior para plantearnos a continuación cuál es nuestro grado de responsabilidad individual y colectiva frente a esos aspectos y cómo podemos contribuir a erradicarlos.
Mientras en Colombia sigue aumentando el número de mujeres que denuncian a sus parejas y no baja significativamente el número de mujeres asesinadas, es sorprendente que existan tantos hombres que piensen que el problema de las agresiones machistas no tiene que ver con ellos porque ellos no agreden a nadie. “Las mujeres se lo buscan”, es el mal llamado adagio popular al que estamos acostumbrados en Latinoamérica y tal vez en el mundo entero.
En redes sociales circuló la noticia de violencia de género en la que se veía inmersa Jacky Daniela Albarracín Barbosa, una joven de Boyacá nacida en Sogamoso y madre de dos hijos. El agresor es padre de uno de ellos, el que apenas tiene meses.
Mayor fue mi indignación al ver que el maltratador es un honorable servidor público, defensor de derechos humanos, la última luz en la oscuridad para mujeres y niños del occidente de Boyacá. El individuo que amenaza de muerte y violenta a Jacky es el Personero Municipal de Coper. Imagínense, este señor es quién vigila la conducta oficial de quienes desempeñan funciones públicas y el control administrativo en el municipio.
Se trata del famoso y reconocido señor Carlos Enrique Fajardo, sí; el mismo que amenaza periodistas y ha tenido escándalos públicos por sus violentas declaraciones, el rey de reyes, al que la procuraduría le rinde pleitesía por su pensamiento Nazi.
Jacky Daniela es valiente al denunciar al majestuoso personaje, si le pasa algo será responsabilidad de un Estado al que poco le importan las cifras de feminicidios, si no fuera así no existiría uno a diario, pero claro; como esta noticia simplemente es el pan de cada día, esperamos que el señor personero tenga la dignidad de renunciar a su cargo, pues está siendo incoherente al ejercerlo y además pedir disculpas públicas a todas las mujeres de Colombia no solo a las mujeres de su prontuario.
Como Directora Internacional de Equidad de Género de la ODM Ong internacional rechazamos profundamente estos hechos y solicitaremos, por medio de una carta firmada por mujeres representantes de la organización en Iberoamérica, a las autoridades competentes proteger la vida y la integridad de Daniela, así como que se tomen las medidas pertinentes para que esto no vuelva a pasar.
La casa de la mujer de Tunja, en cabeza de Astrid Castellanos, se ha pronunciado frente al hecho solicitando acciones urgentes para proteger a Jacky y su familia. Sin duda alguna, la secretaria de la mujer que muchas veces no es negocio, es urgente en Boyacá.