Por: Sebastián Zapata Callejas

Si un fenómeno político ha sido capaz de anclarse exitosamente en las sociedades del siglo XXI, en las dinámicas electorales contemporáneas y, en general, en el juego del régimen político ha sido el populismo, que, como bien lo describe John Judis en su libro La explosión populista, no distingue entre ideologías, es decir, izquierdas, derechas y el famoso pero gaseoso centro político.

Desafortunadamente, en Colombia este fenómeno cada día toma más fuerza y se expande como la espuma, convirtiéndose en una especie de estrategia para ganar likes, publicidad y votos. No en vano quedó demostrado en la contienda electoral de 2019 que varias alcaldías y gobernaciones quedaron en manos del populismo, como la gobernación de Magdalena o- el caso por excelencia- la Alcaldía de Bogotá, que se hizo elegir con un discurso anti-TransMilenio que quedó en mentiras, una recuperación de la seguridad que no pasó de simples frases rimbombantes, una administración anti clientelar que contrasta con toda la “roscocracia”, con todos los cargos que ha dado como favores políticos, etc. Claramente, algunos concejales y diputados sacaron también su as populista que tenían bajo la manga y lograron escaños en sus respectivos territorios.

Pero el asunto es que el populismo no solo está imperando en el país en tiempos electorales propiamente dichos, por ejemplo, ha llamado recientemente la atención cómo los mecanismos de participación ciudadana han sido manoseados por el fenómeno populista en el tiempo reciente. Lo anterior se evidenció con los referendos propuestos por el expresidente Álvaro Uribe a finales de noviembre del año pasado y el del Senador exuribista, exsantista y ahora petrista Roy Barreras, que denominó #ChaoDuque. Referendos utópicos e irrealizables, que más bien parecen globos lanzados al aire con los cuales se espera pescar algo de opinión y adeptos.

Y como no mencionar la madre de todos los populismos recientes, la mal llamada “Consulta Anticorrupción”, que no fue más que un gasto incensario de miles de millones que le hizo hacer Claudia López y sus amigos del Partido Verde a Colombia, ya que casi todo lo que proponían estaba ya enmarcado en la legislación nacional.

Ahora bien, a la pregunta que le deben prestar atención expertos y tomadores de decisiones es: ¿cómo contrarrestar este mal del populismo en una ciudadanía cada día más decepcionada de la clase política, pero a la vez presa de las fake news, fuertemente sesgada, extremadamente susceptible y propensa a los discursos de los cantos de sirena que realizan los populistas?

Ya se han visto los peligros que trae consigo que la moda populista se instaure en las diversas escalas de los regímenes políticos, ojalá que sirva como advertencia en el país la aguda y amplia miseria venezolana, la convulsión que aconteció recientemente en la democracia más estable del mundo, Estados Unidos, el preocupante estancamiento argentino, la mala toma de decisiones en España, y los demás casos de populismo que se han dado y suceden actualmente en varias naciones del planeta.

@sebastianzc