Las consecuencias sobre nuestra vida cotidiana, a causa del cambio climático, son inmediatas y el suministro de servicios públicos está en peligro.
En Alemania una oleada de inundaciones sin precedentes; en China, en la ciudad Zhengzhou, el sistema de metro subterráneo se inundó con pasajeros en sus vagones. Mientras tanto, en Estados Unidos las temperaturas extremas han estado acompañadas de apagones y cortes en los servicios públicos. En Portland, Oregón, los cables de la energía se derritieron ante temperaturas superiores a los 45 grados centígrados y causó la suspensión del servicio eléctrico en distintas áreas de la ciudad.
Durante febrero de este año, en el estado de Texas, todas las fuentes de energía, incluyendo el carbón, la exploración de hidrocarburos y las energías alternativas, tuvieron que ser suspendidas por culpa de las heladas extremas. Los gasoductos se congelaron y no fue posible su operación, incluso este fenómeno terminó por generar un apagón en parte de México (en los estados de Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas y Chihuahua).
En otras palabras, el cambio climático y sus consecuencias, como la suspensión de los servicios públicos, afecta la materialización de derechos básicos fundamentales como la prestación del servicio a la salud y a la educación. Los servicios especializados requieren determinados equipos que no funcionan sin energía y las escuelas deben suspender jornadas.
En Colombia, la elevación de temperaturas es evidente en zonas como la Guajira, donde la desviación del río Ranchería y la tala indiscriminada por actividades como la ganadería extensiva, determinaron una compleja situación para garantizar el servicio de agua potable. Si bien el país goza de una de las matrices más diversificadas de la región, la afectación sobre recursos hídricos es un factor de peligro latente.
El calentamiento global genera afectaciones directas sobre toda la cadena de abastecimiento de servicios públicos. Primero, aumenta la demanda de energía, pues el consumidor debe utilizar una mayor cantidad de artefactos para aclimatarse, lo que causa que el uso de artículos como aires acondicionados y neveras aumenten de manera considerable; segundo, las temperaturas extremas afectan las fuentes de energía: las actividades de exploración y explotación de hidrocarburos se deben suspender, las hidroeléctricas no pueden funcionar ante inundaciones y las hélices necesarias para la energía eólica se congelan; tercero, impide el transporte y almacenamiento de energía: las fallas técnicas en transformadores y líneas eléctricas se hacen recurrentes.
¿Cómo proteger el suministro de servicios públicos?
Lo primero parece evidente, pero no se ha desarrollado lo suficiente. La mayor fuente de emisiones de gases de efecto invernadero proviene del consumo de energía. Sin un cambio estructural sobre su oferta y la demanda, el activismo ambiental no será suficiente. Lo segundo, es una decisión política y es la actualización de las entidades públicas y la infraestructura de cada país. Por ejemplo, la administración de Biden ha indicado que invertirá al menos 73 billones de dólares en la renovación de la red energética. Aparte de lo necesario, se debe involucrar estrategias fundamentales: la diversificación de fuentes energéticas y de actores.
En Colombia, las condiciones geográficas permiten diversificar las fuentes de energía. En igual sentido, los lugares de almacenamiento y producción se encuentren en zonas no tan alejadas a los centros de distribución. El sistema de subastas ha permitido la participación de privados en diferentes regiones, áreas y mercados. Incluso, Colombia ha llegado a ser reconocido como uno de los países con mayor avance en la transición energética (índice de Transición Energética 2020 del Foro Económico Mundial).
De igual forma, la utilización de inteligencia artificial cobra mayor importancia. La aplicación de avances tecnológicos es determinante en diferentes aspectos como la optimización de las redes eléctricas y la identificación de tendencias de consumo. Las redes inteligentes permiten establecer datos confiables sobre la cantidad de energía a consumir y mejorar los procesos de almacenamiento.