En días pasados, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, en una entrevista para Noticias Caracol, pronunció una de sus ya acostumbradas y desafortunadas frases: “lo invito a que lo venda”, refiriéndose al vehículo particular.
Su señalamiento lo hizo cuando se le preguntó por el pago del impuesto vehicular, aún cuando decidió imponer el pico y placa en jornada continua en la capital. Su salida en falso generó una oleada de memes en las redes sociales sobre las promesas de campaña incumplidas por parte de la mandataria.
Mientras los internautas hicieron lo propio y le salieron con un sinnúmero de burlas a la alcaldesa, los bogotanos no perdonan que la capital se desmorone poco a poco en materia de seguridad, transporte público e infraestructura. Aunque la administración de López tiene un reto inmenso con el inicio de obras para el Metro, para su equipo de trabajo es más importante pintar los puentes vehiculares y no intervenir la muy deteriorada malla vial.
Fueron alrededor de $4.500 millones lo que le costó al Distrito poner agradable la ciudad ante los ojos desesperados del hambre y la pobreza de familias que dejó a su paso la pandemia del covid y los pocos recursos que destina la administración para suplir las necesidades de los más vulnerables.
Hablando desde la infraestructura, que es lo que más parece preocupar, los capitalinos hoy se preguntan si valía la pena invertir en poner colorida Bogotá, aún cuando debajo de esos puentes yacen los huecos que a veces hasta arrebatan vidas. Otra pregunta en el aire es: ¿Qué favor cubrió o a quién le pagó la alcaldesa con ese contrato? Eso es un incierto que solo lo sabe ella y su administración.
Vimos el despliegue informativo en los diferentes medios de comunicación, entrevistando al director de la UMV, comprometiéndose a tener la malla vial en óptimas condiciones antes del puente de reyes, aprovechando la salida masiva de vehículos de la ciudad por las festividades de fin de año. Sin embargo, no se han vuelto a ver cuadrillas trabajando, y lo peor de todo es que los arreglos fueron en vías secundarias y terciarias. Las vías principales hasta ahora no las han intervenido.
Y por si fuera poco, otro dolor de cabeza que termina siendo una paradoja en la ciudad de las oportunidades: se trata de la movilidad. A raíz del pico y placa extendido, la alcaldesa propuso, aparte de vender el carro, la utilización de la bicicleta y el transporte público. Sin embargo, como todo es una cadena, esto no es la excepción, pues nos lleva a transportarnos a otra pata que le nace al gato: la inseguridad.
Todo esto nos sirve para que en las próximas elecciones de alcalde votemos a conciencia por alguien que cambie la política tradicional, con ideas nuevas, un equipo idóneo y sin maquinarias electorales, para así no tener que despilfarrar el dinero de los contribuyentes pintando puentes o líneas verdes en las calles (que nadie sabe cuál es su propósito), para pagar favores.