En la Bogotá de Claudia vivimos en el absoluto miedo, en la absoluta incertidumbre y en la absoluta decepción. Claramente esa decepción la viven mucho más quienes votaron por ella y nos tienen en esta situación.
Entiendo que muchos ciudadanos le creyeron a la que en campaña decía que sería la primera policía de la ciudad, la que decía que gastar dinero en mejorar la imagen del alcalde era corrupción, la que decía que ella tendría un programa de “Talento y no palanca” para contratar en el distrito, la que decía que no haría el Transmilenio por la 68 y despotricaba de todas las obras del gobierno anterior; la que decía que no pasaría el POT por decreto, entre tantas otras tantas promesas.
Pues, queridos ciudadanos bogotanos que votaron por ella, les mintieron y de manera descarada.
Quienes, como yo, nunca estuvimos de acuerdo con que ella fuera alcaldesa de la ciudad más importante del país, lo advertimos. Conocemos de sus alcances, de las mentiras que dijo en la cara de la ciudadanía, del cinismo con el que se refiere a cualquier situación en la que ella se haya equivocado, el descaro que tiene para maltratar a los ciudadanos y luego salga a decir que fueron “frases desafortunadas”.
La falta de respeto por los recursos que todos los bogotanos aportamos, haciendo gastos tan absurdos como 3 mil millones de pesos en pintar puentes, muchas veces con mensajes que promueven el odio hacia nuestras instituciones, gastos de 594 millones de pesos usados para promover el odio hacia el uribismo, gastos de más de 6,700 millones de pesos en publicidad para mejorarle su imagen (que bien deteriorada que sí está), entre otros que duele recordar.
La “líder anticorrupción”, como se autodenomina, olvida contarle a la ciudadanía que su secretario de Gobierno ha sido acusado de haber ofrecido en pleno debate del POT en el Concejo de Bogotá puestos a cambio de votos favorables; olvida decir que tiene el distrito lleno de cuotas políticas para ayudarle a quienes votan a favor de sus proyectos, y olvida decir que la mayoría de los alcaldes locales de la ciudad son cercanos o afines a ella y a su partido político.
Bogotanos, son muchas las incoherencias, descaros, lavadas de manos y errores los que ha cometido la alcaldesa Claudia López. Su permanente prepotencia la hace buscar culpables en todo lado, excepto en ella misma; la responsable de que nuestra ciudad que se estaba recuperando gracias al gobierno distrital anterior, haya vuelto a caer en el atraso, el miedo y la desesperanza que ofrecen los gobiernos oportunistas y populistas como los de ella.
No veo salida distinta a unirnos para revocarla, Bogotá no puede seguir siendo un laboratorio para los políticos de izquierda que quieren aspirar a la Presidencia de la República. Nosotros como ciudadanos responsables no podemos olvidar que si así fueron a nivel distrital, no podemos darles la oportunidad de que se desempeñen a nivel nacional.
No más destrucción de Bogotá, hagámonos respetar.