Los corruptos como Emilio Tapia suelen esperar que el público se olvide de su espectáculo para volver a repetir el clico delictivo que tanto disfrutan: embolatar plata, ser descubiertos y ofrecerse como testigos.
“A la rueda rueda de plata y panela, dame un ratico y repito la escena”, cantan cuando se reúnen en sus cárceles hechas clubes mientras giran agarrándose de las manos ¿Su lema? “A nosotros la Ley 80 no nos pegó”, dicen entre carcajadas.
Emilio es hijo de un ex funcionario de la DIAN y de una profesora. Nació en Sahagún, Córdoba. Aunque se dice que trabajó durante un tiempo vendiendo mercancía que le traían de Panamá, su paso por el mundo del rebusque duró poco. Con el tiempo, su nombre se extendió por Córdoba y demás departamentos aledaños hasta alcanzar la fama internacional como: “El zar de la contratación”, pues, al momento de desviar miles de millones en contratos del Estado, su cerebro era el centro de operaciones.
Uno de los primeros escándalos que se le puede rastrear a Emilio, data del 2006. La denuncia puesta ante la Fiscalía en 2010 –dos meses después de estallar el escándalo del Carrusel de la Contratación- aseguraba que Emilio tuvo en su poder 5 mil millones de pesos para la compra de votos, en Córdoba, a favor del ex senador por el Polo Democrático Iván Moreno (hermano del ex alcalde de Bogotá Samuel Moreno). Iván, en su campaña anterior, solo había registrado un voto, pero después, sorpresivamente, resultó electo con más de 3 mil.
Emilio tuvo contratos con el Fondo de Vigilancia de Bogotá desde 2008, cuando ya Samuel era alcalde. Sin embargo, a finales de noviembre de 2010, se defendió ante la prensa diciendo: “Juro que no he tenido un solo contrato con Bogotá ni he sido dueño de empresas contratistas”. Ese juramento en vano aún le pasa factura.
Con su nueva aparición en el escándalo de Centros Poblados -donde también se le señala de ser el cerebro que maquinó cómo esfumar 70 mil millones- quedó corroborado que para algunos la cárcel no resuelve nada. Cumplen la condena y apenas salen les vuelve a entrar el mismo hormigueo en las manos cuando ven un contrato “mal parqueado”, como decimos en la Costa.
Se dice que su relación con los hermanos Moreno fue la que impulsó su aterrizaje en Bogotá, y que una vez ahí comenzó a hacer “favorcitos”, aprovechando dos cosas: primero, que estaba más cerca al Congreso, y segundo, que su nombre ya traía el peso de haberse relacionado en su tierra con apellidos de alta calaña como los ‘Besaile’ y los ‘Elías’, más específicamente Musa Besaile (quien luego saldría enredado en el Cartel de la Toga y con nexos con paramilitares), y Bernardo ‘El ñoño’ Elías Vidal (condenado por Odebrecht).
A finales de 2011, Emilio puso a funcionar su poder con ambos ‘peces gordos’ de la política cordobesa. El contratista le pidió a los dos ex congresistas que fueran al Ministerio del Interior y solicitaran que, en caso de darse su arresto, le asignaran una celda en el pabellón de parapolíticos de La Picota. Teniendo en cuenta que Emilio de servidor público no tiene nada -aunque de estafador público lo tenga todo- ¡esa era tremenda petición! Y por supuesto, fue rechazada.
Tapia, para ese entonces, ya había comenzado la negociación de un preacuerdo con la Fiscalía ante la posibilidad cada vez más cercana de un arresto por su responsabilidad en el Carrusel de la Contratación. Ese preacuerdo, en resumen, consistía en que le rebajaban la condena a cambio de información que le permitiera a la justicia desentrañar parte del entramado tan podrido que habían montado, y con el que se estima embolataron más de 2 billones de pesos (algunos peritos afirman que pudo ser más).
Pero como la persistencia en sus negocios es una de sus características. Luego del rechazo, Tapia tocó puertas por otro lado.
Emilio le pidió a Salvador Arana –exgobernador de Sucre condenado por la Corte Suprema a 40 años de prisión por sus nexos con grupos paramilitares– ¡Que le hiciera el favor de irse a la cárcel de Barranquilla para que le cediera su cupo en La Picota! ¿Cuál fue la respuesta de él? “Si es para ti, yo pido mi traslado”. Semejante frase tan dócil, viniendo de un personaje como Arana, me ahorra tener que explicar la dimensión del poder que tiene Emilio entre ciertos clanes políticos.
Esta es solamente la primera parte de su carrera como corrupto. A palabras de él: “Es que yo me río por dentro, me río y me digo ‘¡si supieran cómo es de verdad verdad esta vaina: eso no es nada!».