Por: Mr. Trouper (Sebastián Díaz López)

Durante su larga y desgastada carrera política hemos visto a Álvaro Uribe en cualquier cantidad de situaciones, en las que ha demostrado que si hay algo a lo que él teme es a la verdad. De ahí su odio y oposición al proceso de paz que inevitablemente iba a llevar a todos los actores de la guerra: desde guerrilleros, pasando por paramilitares, políticos y agentes del Estado, a contar lo que hicieron en ese tiempo oscuro de Colombia.

Lo anterior ya está sucediendo y como el expresidente tiene cola para que le pisen, por eso hizo hasta lo imposible para que eso no se diera, especialmente frente a las atrocidades que cometieron los miembros de la Fuerza Pública en sus gobiernos, cuando como política se impartió incrementar las bajas en combate a como diera lugar; germen de los falsos positivos.

De ahí que sea histórico lo que empezó a suceder desde hace unos días en la primera audiencia de reconocimiento en el tribunal de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP): 10 exmilitares (incluido un general), contándole a las familias y frente a decenas de medios de comunicación cómo asesinaron a civiles para mostrar resultados en la política de Seguridad Democrática. Eso que sucedió es quizás el pilar más grande de todo el proceso de paz: la verdad, esa misma a la que tanto Uribe le teme.

Ahora bien, ¿qué pasa por la cabeza de un uribista para no conmoverse con lo que muestra las imágenes que han dejado las audiencias? Cualquiera de esas señoras que está ahí podría ser su mamá, su tía, su hermana, su amiga y como le pregunté hace unos días a unas señoras rezanderas que carecen de toda empatía por el dolor ajeno: ¿con cuál de todas esas mamás se podrían identificar? Muy probablemente con ninguna, porque claramente el conflicto no les ha arrebatado a un ser querido y sus hijos hoy posan felices cuando les sacan una foto.

Y lo que es verdad también es que, después de tantos años, esas mamás finalmente sabrán en dónde están los restos de sus hijos y tendrán derecho a la verdad, justicia y reparación que les han negado. Todo un hito para el esclarecimiento y aceptación de responsabilidades de los peores crímenes de la guerra en el país, que además conlleva a sanciones por parte del alto tribunal para todos los actores.

También es de admirar la resiliencia de esas mujeres que le pedían a los militares que no se echaran toda el agua sucia y dijeran quiénes fueron esas máximas cabezas que dieron las órdenes y se beneficiaron de esos crímenes: “nosotros sabemos que detrás de ustedes vienen personajes muy grandes”, dijo Carmenza Gómez, madre de Víctor Gómez, quien desapareció en 2008 y fue hallado muerto días después en Ocaña.

 De la misma manera, también se resalta la firmeza y valentía con la que esos militares les hablaron a ellas y al mundo, con una clara sensación de arrepentimiento. Como cuando al suboficial Mauricio Pérez se le quebró la voz cuando les contaba a las familias lo que hizo en el momento en el que vistió el uniforme del Ejército de Colombia.

Por eso, ahora que estamos ad portas de la primera vuelta presidencial y que con seguridad a usted, que está leyendo esta columna, la guerra no lo tocó, debemos pensar muy bien por quién votar, pues lo que también es cierto es que el candidato que ampara y tiene como aliados a los creadores de esa política de terror es solo uno: Federico Gutiérrez.  

En vinilo: para esta ocasión les traigo un éxito del trío británico Imagination. Una canción que hace parte de la era post-disco de los 80s. Con unas bases funk que guardaban la esencia original del disco de los 70s, pero con el sonido de los sintetizadores que dominaron a la perfección los ingleses a inicios de los 80s, con bandas como The Human League, Pet Shop Boys y Depeche Mode.

Music and Lights es uno de sus mayores éxitos, guarda esa estética tan característica de esa dorada época.

 

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