Por: Jairo Mayorga

Confieso que escribo para plasmar en letras lo que no puedo con palabras. Realidades de una sociedad mercantilista en la que se nos han olvidado los valores insertados por nuestros abuelos, una sociedad que te mide por la ropa de marca que tienes o el último aparato tecnológico que adquiriste. Se nos olvidaron la empatía y el amor por los demás.

Para escribir tengo que admirar realidades que no son las mías, pero que comparto porque me tocan el ser, como humano que creo ser, pues confieso que he cometido errores de juzgar antes de conocer la historia de fondo; pero ese es un tema de otros escritos; en este me quiero enfocar en la palabra xenofobia definida por el diccionario así: “hace referencia al odio, recelo, hostilidad y rechazo hacia los extranjeros. La palabra también suele utilizarse en forma extendida con la fobia hacia los grupos étnicos diferentes o hacia las personas cuya fisonomía social, cultural y política se desconoce”*.

Quedarme con un significado vacío no es el motivo por el cual he decidido escribir del tema, esto lo hago para llamar la atención y crear un poco de empatía como seres humanos que somos. Existen realidades que explotan en mi ser como el caso de esos hermanos de distintas madres que tienen que dejar su ambiente natural en el que desarrollaron sus personalidades, por ejemplo, dejar abrazos y besos de padres, cariño genuino de hermanos, la empatía con amigos; y embarcarse a una aventura en la que ni ellos saben que deparará el futuro, por lo cual esta realidad es incierta.

Cambiar abrazos y besos por conversaciones por whatsapp o celebrar cumpleaños virtuales. Ya la felicidad y la tristeza son virtuales pues hasta los entierros son iguales, conformándose con la felicidad por un teléfono a sabiendas de que el bienestar de su familia es su sacrificio en el extranjero.

De ahí el título de mi reflexión un ‘UN DÍA A LA VEZ’. Tener que levantarse cada mañana a enfrentarse a la guerra de cemento que son estas ciudades que se vuelven frías al no tener ese chocolate caliente de mamá, el abrazo de papá o la sonrisa de un hijo, un sobrino o un hermano que te da la energía para luchar y saber que al regresar estarán en casa es su lucha constante. Por eso es admirable su lucha: ver caminar a estas personas es golpe de energía para tratar de acabar esa palabra de nueve letras que quisiera erradicar de nuestro vocabulario y que se extinguirá como hemos extinguido miles de especies animales como malos habitantes de este planeta tierra que somos.

Por eso yo soy del dicho ‘QUE TODO EXTRANJERO ES MI HERMANO’ y cuenten conmigo para lo que necesiten. Solo espero que nuestras realidades se crucen para tratar de mitigar sus realidades y así, no solo sanear nuestra sociedad, sino además crear sociedades más fuertes. Termino este artículo haciendo un llamado a ver lo mejor y no lo peor de los “extranjeros”, que no deberían ser llamados así, pues la tierra es de todos y no de una frontera de invención humana que provoca más división que organización, ya que para esto fueron creadas.

Repito: los héroes sí existen, conozco un par de mujeres maravilla que Marvel estaría dispuesto a retratar sus historias en sus películas, al igual que hombres. Por eso que no exista más esta palabra, que nuestra realidad sea una sola: el bienestar y la plenitud de todos como seres humanos, así nuestra sociedad podrá superar la extinción y no ser un fósil más.

*Xenofobia – OpenEdition Journalshttps://journals.openedition.org › laboreal

 

Twitter: @jairomayorga