He fumado y no soy marihuanero, he consumido y no soy adicto, he tomado licor y no soy alcohólico. Definitivamente lo que mata en Colombia es la estigmatización y la falta de información.
Son muchas las mentiras que se han creado alrededor del Proyecto de Ley de regulación del cannabis en Colombia, que para desgracia de muchos fue aprobado con más de 100 votos en segundo debate en el Congreso de la República.
Hagamos algunas claridades. Con este proyecto de ley no toda la población tendrá acceso al consumo de marihuana, sino únicamente la población adulta que tomará la decisión de comprarla o no. No se regalará marihuana en las calles para lograr la adicción de niños y jóvenes, – lastimosamente, desde hace más de 50 años esto es una realidad en el país -. No existirá ninguna obligación social de consumo de marihuana, la decisión será personal y no tendrá injerencia del Estado; no se busca generar adicciones sino respetar libertades.
Este proyecto no busca legalizar el consumo de marihuana en Colombia porque, aunque no lo crea, éste, al igual que el porte y el autocultivo, ya son legales. Sí, así como lo lee, en Colombia cultivar, portar o consumir marihuana es completamente legal gracias al Decreto 811 del 2021 y la Ley 30 de 1986.
Para nadie es un secreto que la venta de marihuana es una realidad en cada rincón de Colombia, lo que sucede es que se da desde la ilegalidad. ¿Qué tan rudimentarios tenemos que ser para permitir el porte, cultivo y consumo de marihuana, pero no la venta? Lo que busca este proyecto es garantizar una compra y venta de marihuana de forma segura y de cara al gobierno, dejando los réditos de impuestos directamente al Estado. Es decir, el representante Juan Carlos Losada busca abrir el mercado y permitir que la venta sea legal en todo el país.
Si algo nos ha enseñado la historia es que el modelo de seguridad creado para enfrentar y acabar las drogas fracasó, pues ni el consumo, ni la producción de cannabis disminuyó. Por el contrario, sí aumentó el número de muertes de campesinos y trabajadores. La persecución y represión contra las drogas sólo ha dejado muerte, extorsión y sangre para el país. Es momento de cambiar el enfoque, el nuevo modelo debe ir de la mano de la ciencia, el cuidado de la vida y la salud pública.
¡Llegó el momento de frenar la persecución, la estigmatización y la muerte, llegó el momento de aprobar la regulación del cannabis en Colombia!
Adenda:
Esta columna se titula “Yo también lo hice” en apoyo a la intervención del representante Daniel Carvalho quien confesó que hace más de 25 años consume marihuana. Yo también fumé, consumí y bebí y me considero un joven exitoso que sacó adelante dos carreras universitarias, que empieza su maestría, que es feliz con su trabajo y responsable con su familia. Yo también lo hice y seguramente lo volvería a hacer.