“La libertad de prensa es equivalente al termómetro de la democracia. Ante mayor libertad de prensa, mayor democracia”, dice Juan Camilo Hernández, director de la Maestría en Periodismo, Universidad de La Sabana.
El periodismo es el cuarto poder del Estado, es evidente la importancia de los medios de comunicación frente a la sociedad y la opinión pública, es tan grande su influencia que los otros tres poderes le llegan a temer, tanto así que han optado por la censura. Sin embargo, ¿cuáles son las consecuencias de callar a la prensa?
Empecemos porque la prensa libre es un derecho fundamental del artículo 20 de la Constitución Política, donde se garantiza la libertad de informar y recibir información veraz e imparcial y, a su vez, la de fundar medios de comunicación masiva libres. Sí, es un derecho, pero es frágil y en manos equivocadas puede utilizarse como instrumento de manipulación de posturas e ideologías políticas.
En el caso de Colombia, durante el periodo de 1949 – 1957 se vivió la censura de los medios de comunicación, la cual permitió a los presidentes de la época ‘controlar’ la información de carácter político, divulgar información positiva del régimen y, por supuesto, ocultar la compleja situación que se vivía en aquellos días. Por otro lado, en la época del Frente Nacional, los partidos políticos tomaron control sobre los medios de comunicación. Hacia los años 80 y 90, fueron los grupos al margen de ley quienes presionaban periodistas mediante el miedo.
Desde el 2000, hasta la actualidad, se ha evidenciado las amenazas de manera diferente, los abusos aquí son las “chuzadas”, las intercepciones, la persecución ilegal y la “autocensura”, el silencio a cambio de la vida.
Con la llegada de las redes sociales, principalmente Twitter, las amenazas a los periodistas, la persecución y críticas a los medios de comunicación, se volvieron pan de cada día, poniendo en riesgo no solo la libertad de prensa sino la credibilidad de quienes la ejercen. La investigación ‘Ser periodista en Twitter’, realizada por la Asociación Civil Comunicación y la Unesco, revela que los países latinoamericanos son los más atacados por sus opiniones políticas en redes sociales.
La Unesco registra que la violencia en línea contra periodistas ha crecido desde 2012, siendo las mujeres las principales afectadas. Ellas han sido atacadas con “campañas de desprestigio, que suelen incluir referencias sexuales, amenazas de violencia sexual y amenazas de muerte. El resultado es la censura de género, dado que muchas mujeres periodistas se sienten obligadas a abandonar los medios en línea”.
“La mayoría (65 %) de las agresiones a periodistas se concentran en dos categorías: críticas al trabajo periodístico y a las ideas políticas, siendo esta última preponderante”, señala la investigación. En el estudio se entrevistaron 28 periodistas, entre los cuales el 68% dijo que su libertad de expresión se vio afectada. Asimismo, el 75% informó que recibió amenazas con canales externos a Twitter, en público, por correo electrónico o por teléfono.
Según la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), en 2022 se registraron 595 violaciones a la libertad de expresión en Colombia, con 668 víctimas. Adicionalmente, en la clasificación de Reporteros sin Fronteras, que presenta la lista de la libertad de prensa en el mundo, Colombia se encuentra en el puesto 145, entre 180, y hace parte de la categoría ‘difícil’. Lo anterior significa que las agresiones al gremio no paran, las amenazas de muerte y los asesinatos de periodistas son titulares de noticias día tras día.
Uno de los pilares de un gobierno democrático es la libertad de prensa. Es fundamental que los ciudadanos puedan acceder a información de interés, criticar y juzgar libremente; así mismo, exponer casos de corrupción e incompetencia de los gobernantes. El periodista y escritor Javier Osuna, afirma que “el periodismo es una de las herramientas más importantes para que la ciudadanía verifique la transparencia del trabajo de los gobiernos en una democracia”. Si en este ejercicio interfieren manos oscuras tratando de tergiversar la información y se obstaculiza el acceso a esta, la injusticia y el desorden público tomarían ventaja.
El 9 de febrero celebramos el Día del Periodista en Colombia, aunque la celebración se torna agridulce, es el espacio para alzar la voz por quienes han sido atacados, defender nuestros derechos y seguir construyendo el camino para que la ciudadanía esté informada y pueda tener todos los puntos de vista.
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