En un mundo realmente convulsionado por infinidad de asuntos sociales, económicos y políticos, apegarse a una estrategia de desarrollo es sin lugar a duda una buena decisión. En consecuencia, el 29 de octubre que se realizarán las elecciones territoriales en Colombia, más que la elección de un mandatario(a), se recomienda votar por un programa de gobierno que acoja una estrategia de desarrollo de los niveles subnacionales acorde, coherente y realista con la realidad, para así poder surtir los vaivenes de la gestión.
Más allá de la confrontación política y aunque sea mejor e interesante el show mediático que se llevará a cabo en el teatro de las elecciones, será indispensable pensar en el bienestar y el desarrollo de las regiones del país. Lo que deben saber los aspirantes a ser alcaldes y gobernadores, es que, en Colombia la Constitución Política, las Leyes, entre otras normas, regulan y reglamentan el voto programático, el cual debe verse reflejado en los planes, programas y proyectos a gestionar en los próximos cuatro años, cómo por ejemplo el Plan de Desarrollo Territorial (PDT).
En este caso no es menor el programa, dado que allí se plasmarán las propuestas, visiones, objetivos y estrategias para el desarrollo de los municipios y departamentos del país, que además será de obligatorio cumplimiento, y de no hacerlo, puede ser causal de revocatoria. De hecho, el programa es tan importante que al consultar un Chatbot de Inteligencia Artificial, este indicó que un programa de gobierno sirve: “para establecer una dirección clara, promover la estabilidad, la participación ciudadana y el desarrollo, y garantizar una gestión efectiva y transparente…”.
En este orden, el primer punto para realizar un buen programa de gobierno es poner a los territorios, y sobre todo a las personas, en la vanguardia y desarrollos que se adelantan a nivel global, como lo son los avances tecnológicos para reducir los choques del cambio climático, la innovación en los instrumentos de financiamiento para el desarrollo, la gobernabilidad y la protección de los derechos, tanto humanos como civiles, y la prevalencia de la democracia como la mejor alternativa de concesos y logro de la gobernanza.
Paso siguiente, el programa de gobierno deberá tener una orientación a resultados con la participación de la ciudadanía, y en donde se pretenda que este genere bienes y servicios públicos para la satisfacción de necesidades básicas, tales como el acceso a educación, saneamiento básico, agua potable, salud, vivienda, entre otros elementos determinantes para el desarrollo. En efecto, se requiere un profundo diagnóstico de las problemáticas sociales, económicas y ambientales, para así poder abordar soluciones compartidas y eficaces.
El programa de gobierno, además es un elemento clave para el debate y el contraste de la confrontación política, así como el cofre de propuestas realistas y acordes con la realidad del territorio, como la situación fiscal de las entidades territoriales, la planeación estratégica y las capacidades que estás tienen para afrontar los desafíos. Una guía para la elaboración del mismo puede ser el Manual de Planificación, Seguimiento y Evaluación de los Resultados del Desarrollo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el cual además permite el cumplimiento de la agenda 2030.
Ahora bien, el punto de la financiación es donde muchas veces se quedan cortos los gobernantes, primero porque promete mucho para aumentar las expectativas y segundo porque en la realidad existen muchas dificultades para promover los determinantes del crecimiento económico local y la generación de ingresos. Por ende, es importante revisar la estructura de ingresos de las entidades territoriales, como los recursos propios, las transferencias, las regalías, y establecer estrategias de cooperación para promover el financiamiento de los programas y proyectos a realizar.
Finalmente, según el Banco Internacional de Pagos, un referente en materia de riesgos financieros a nivel mundial, recomienda que los gobernantes deben explicar al público en general los objetivos y estrategias, así como los procesos y políticas para lograr un respaldo del público per se y la legitimidad de los mismos gobiernos. En sí el programa de gobierno debe permitir una comunicación eficaz con la ciudadanía, con principios de buen gobierno y de transparencia, que al final servirá para la rendición de cuentas de manera informada y eficaz.