Este mantra está siendo repetido a diario por miles de jóvenes latinoamericanos que consumen los contenidos de un influencer mexicano cuyos videos giran en torno al machismo. Como si estuviéramos en la década de los 30 del siglo pasado, este gurú de las relaciones humanas le explica a sus seguidores cómo funciona la mente de la mujer, por qué ellas son inferiores al hombre y cómo se pueden manipular para obtener de ellas lo que los hombres buscan. Ya antes me había encontrado con estos contenidos y había escrito mi opinión en este mismo espacio.
Sus mensajes son de plano ridículos y violentos y no pasan de ser una anécdota de mal gusto para quien tiene algún nivel de discernimiento, todos sabemos que las redes sociales son básicamente eso: influencers diciendo tonterías que divierten, provocan u ofenden a millones de consumidores que buscan entretenimiento. Pero el asunto empieza a ser preocupante en este caso en particular porque ha sido tal su acogida en una generación frustrada y solitaria, que muchos han comenzado a rendirle culto como si fuera un verdadero mesías.
Recientemente, por ejemplo, Temach hizo en México una especie de ritual de iniciación al que asistieron decenas de adolescentes. Con megáfono en mano, este profeta de plastilina exhortaba a su comunidad a “trabajar por la tribu”. Luego se le observa poniéndole a sus fans unas cadenas con una placa que representa, según sus propios seguidores, que han dejado de ser hombres dominados por las mujeres para convertirse en “machos alfa”. (Ignoremos la ironía de que un “macho alfa” se someta a un ritual en donde otro le dice qué hacer y cómo pensar). Este bautizo colectivo, propio de cualquier secta religiosa, ha sido replicado miles de veces por las redes sociales, TikTok, principalmente, cuya edad promedio de sus usuarios oscila entre los 12 y los 24 años.
En una búsqueda rápida también se observan videos de grupos de jóvenes que se han organizado alrededor de los postulados de Temach en Ecuador y en Perú, incluso, varios fanáticos se han tatuado el logo con el que promociona su cuenta de TikTok. Cuando estos videos reciben comentarios negativos, los creadores solo responden: “Temach es mi pastor, nada me faltará”, pero les falta todo, sentido común, en primera instancia, pero también les falta empatía y amor propio.
Ya es grave que un adolescente consuma este tipo de contenidos que buscan un falso empoderamiento y la restitución de supuestos derechos perdidos por culpa de las mujeres, pero que estos jóvenes se organicen y estén dispuestos a bautizarse en una nueva fe, no solo es inquietante desde el punto de vista sociológico, sino que requiere de toda la atención mediática y policiva, más aún cuando su pastor asegura que “los hombres a partir de ahora se defienden” y “si nos tocan a uno nos tocan a todos”.
El ciudadano del siglo XXI ha sido testigo histórico del auge y la caída de decenas de sectas y también de la violencia machista, que afecta principalmente a Latinoamérica; imaginemos ahora los niveles de criminalidad y enajenación que podría provocar un grupo de personas que funciona como secta y cuyos postulados provienen de la más rancia ideología patriarcal. Esperemos que nada pase y que los seguidores de Temach, por su propio desarrollo educativo y personal, comprendan que no son “machos alfa” sino una población vulnerable e ingenua en manos de un falso pastor que solo busca monetizar sus inseguridades.