Hay personas talentosas que andan haciendo bien las cosas desde hace rato, pero a las que todavía no se les ha dado el valor que se merecen. Lo digo porque en el trabajo de campo que hice aquí en Santa Marta para hacer el listado de mejores ceviches de esta ciudad, me encontré con un sitio medio escondido, en un local modesto en el sector de El Rodadero, pero con un potencial bárbaro que merece ser contado. Carmen Padilla, una chef que lleva el amor por la gastronomía en la sangre, hija de Fincho Padilla, quien es toda una celebridad en la región por haber tenido un local exitoso por más de 20 años, y a quién todo el mundo conoce y respeta.
Nacida en esta tierra, Carmen termina su bachillerato y se radica en Bogotá donde realizó estudios de fotografía y artes manuales mientras lograba entender qué era lo que realmente le apasionaba. Posteriormente, se va para Miami donde permaneció durante 23 años realizando labores que marcaron el gusto por la atención a los sabores y la gala de un buen servicio. Trabajó en yates privados, viajando por Europa, y fue en el Mediterráneo donde enriqueció sus conocimientos gastronómicos atendiendo paladares exigentes. Al retomar su vida en Estados Unidos decide estudiar en la escuela culinaria Le Gordon Blue encaminando su destino como chef adquiriendo experiencia al lado de grandes personalidades del sector. Luego empaca maletas, regresa a su tierra, tal vez atendiendo un llamado de sus raíces, a sus ancestros, su mar, su arena y su brisa que ya empezaban a hacerle falta. La chef prende fogones brindando un menú único creando “Calata, by Carmen Padilla”, un concepto único que mezcla técnicas francesas, orientales, peruanas, pero sobre todo muy latinas.
Su oferta al comensal, más que platos fuertes, es como de entradas, de tapas, de cositas para picar y compartir con los amigos al medio día o cuando termina la tarde. Un carta corta pero delicada y llena de detalles. Bolitas de yuca con queso costeño en tres salsas como guacamole, picadillo de mango de azúcar y suero costeño con aceite de oliva. El ceviche que me conquistó que lleva langostinos, la pesca del día, mejillones, camarón, leche de tigre, suero costeño y limón criollo. También probé una causa acevichada con papa criolla, ají amarillo, tomaticos, salsa cremosa y cilantro. Otra opción es la llamada causa samaria que lleva cayeye frito, ensalada de bonito (pescado), limón criollo y suero costeño.
Tienen sushi, miniburguers, pollo satay, carpaccio de res, corte parrillero del día, empanadas de lengua de res al curry con coco, mejillones a la chalaca y tartar de atún rojo. Precios entre los 25 y los 52 dos mil pesos. Para terminar consumí un postre de fantasía de tres sabores de helado entre corozo, lulo y zapote costeño con un toque almendras e icaco.
Solo iba a probar un ceviche, y resulté quedándome tres horas hablando con la chef, probando más de la carta y conociendo su historia que es inspiradora. Carmen es una excelente conversadora, que le gusta atender a sus clientes personalmente, a la que no le interesa crecer mucho, porque no quiere perder el control del negocio, para garantizar la calidad en los detalles de los platos que ofrece. Para siempre lograr innovar, probar cosas nuevas con ingredientes típicos de la región, y para poder darle vuelta a esa carta cuantas veces lo desee.
Una joya de restaurante; camuflado, inexplorado, sin muchas pretensiones, pero que vale la pena conocer y disfrutar cuando vengan a Santa Marta.
INSTAGRAM: @calata_by_carmenpadilla
DIRECCIÓN: carrera 1 No 17-05 Bahía de Santa Marta – Centro Histórico