Si queremos ganar el postconflicto debemos convencernos que la paz es de todos. Cada persona en el país debe ser, debe sentirse, debe actuar paz. En cada acción cotidiana, en cada colectivo, todos somos paz. Cada palabra debe ser paz.
Juzgar, criticar, opinar son los verbos más conjugados en los últimos tiempos. Qué fácil es sentarse a hablar de todo lo que pasa fuera de nosotros. Que los de la guerrilla ……. luego que si el Presidente …. Somos muy buenos para dar opinión, para imponerla y para mantenernos en esa, nuestra verdad. Pero realmente ¿nos informamos lo suficiente? ¿Escuchamos a quienes opinan lo contrario? Hemos permitido que nos manipulen y nos polaricen en todas las instancias. Recuerdo cuando debatía con mi padre sobre política, y me encantaba llevarle la contraria sólo por el placer de escucharle sus argumentos, que seguro sólo serían su visión de mundo, pero tenían fondo, tenían peso. Cuando hoy, escucho a la gente no escucho argumentos. Sus discursos se basan en lo que leen en las redes sociales, muchas opiniones basadas en supuestos, en juicios, en lo que oyeron en algún corredor.
Debemos cuidar lo que hablamos. La palabra crea realidades. Esa palabra que usamos sin el más mínimo recato, nos intoxica. Conversar es la clave. Volver a la exquisita conversación cuyo objetivo no es convencer al otro que está equivocado, es escuchar posiciones contrarias con argumentos, y respetarla. Es ser capaces de mover nuestro propio observador y entender otras visiones aunque no las compartamos.
Dejar que nuestro criterio se forme desde lo que escuchamos o leemos sin analizarlo, genera una actitud reactiva porque estamos llenos de molestias, de basuritas que no hemos podido limpiar. Miremos dentro de nosotros y antes de juzgar y opinar hacia afuera preguntémonos: ¿Yo, qué le aporto a la paz? ¿Yo, qué voy a hacer para aportar a la construcción de paz? ¿Cómo me comporto en cada uno de mis colectivos? ¿Soy una persona 100% ejemplar? O a veces cometo unos pecados menores…. El tema es cómo, todos los colombianos, vamos a aportar para que el imaginario de paz que cada uno tiene, se convierta en una visión de paz colectiva que nos permita construir un país donde quepamos todos. Los esfuerzos que se hagan desde el Gobierno deben aplaudirse o no, pero con criterio y argumentos, ni tanto que queme al Santo, ni tan poco que lo alumbre. Reconocer lo que nos parece y manifestar de manera correcta lo que no.
Muy poético eso de que seamos tolerantes y amigables. Y que desarmemos los espíritus y la palabra. Pero…, ¿qué sucedería si la contraparte, en este caso la Farc, no obra de buena fe? Pues tendríamos un fin como Caperucita Roja. El asunto es de cuidado: un error… y tendremos un baño de sangre aún mayor y una tragedia peor que la venezolana. Ahora bien, resulta que eso es lo que pensamos la inmensa mayoría de los colombianos. ¿Por qué? Pues hombre, porque en los acuerdos firmados en Cuba no existe compromiso alguno de la guerrilla para: 1) entregar la totalidad de las armas y destruirlas (la tal ‘dejación’ solo causa risa) 2) liberar a mas de 2 mil niños reclutados a la fuerza 3) entregar el multi-billonario negocio narco («no tenemos platica» dice Van Marquez) 4) Someterse a la juridicidad del «corrupto estado burgués colombiano» 5) De pagar cárcel por sus crimenes atroces y de lesa humanidad, etc etc
Cuanta razón tiene este sabio proverbio: «Cuídate del pecador falsamente arrepentido porque te abraza para apuñalarte por la espalda». Y también este otro: «Cuídate del insensato porque te arrastrará al abismo»
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De acuerdo. A veces el diálogo, la tolerancia y el respeto brillan por su ausencia en nuestra cotidianidad.
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Javier gracias por tu apreciación
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La PAZ es un compromiso de todos, no solo porque este consignado en la el Art. 22 de la constitución Política de Colombia, sino porque como seres humanos necesitamos de la convivencia y solidaridad de todos para poder desarrollarnos y tener mejor calidad de vida. Por eso sería de vital importancia en el posconflicto o posacuerdo que el sector privado se comprometiera a apoyar los programas de paz resultantes del acuerdo en la Habana. Por ejemplo, en esto últimos 5 años los bancos han ganado cerca de 40 billones de pesos, que gesto de grandeza podrían tener los bancarios al destinar el 10% de sus ganancias para los programas de paz. Este gesto de los banqueros estaría en correspondencia con los colombianos cuando salimos a salvar al sector financiero en 1998 y el Presidente Andres Pastrana, mediante el Decreto 2331 del 16 de noviembre de 1998 en el Art. 30 estableció el famoso 2 por mil que hoy es el 4 por mil. ¿Será que los banqueros tienen ese gesto de PAZ?
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Jorge muy buen apunte. Si las empresas deben comprometerse pero será que aportar dinero es el camino más efectivo de su participación en la construcción de cultura de paz?
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LA PAZ ES EL RESPETO AL OTRO…DIALOGAR..
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Si tienes razón, pero qué difícil es lograrlo cuando no hemos sido entrenados para conversar, para mover el pensamiento y ser capaces de entender la diferencia,
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