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La palabra nos permite crear realidades, construir un mundo en el cual los valores priman sobre los intereses, nos ayuda a relacionarnos para tender puentes de comunicación.

La palabra es poderosa pero no la cuidamos. ¿Acaso nos damos cuenta de las veces que en un día hacemos alusión a un lenguaje guerrerista, a palabras bélicas, gestos que incitan a la violencia? «Te voy a matar», «Estoy que lo ahorco», «Estoy que mato y como del muerto», «te voy a mandar el de la moto», «lo hago como un tiro», «solo le disparamos a un tema», «a prueba de balas», «blindemos la campaña»… y hablando de blindar, es la palabra de moda.

Se blinda el proceso de paz, se blinda el referendo, se blinda la justicia transicional, se blinda la karma. Cómo será que se blinda el cabello con champú y un bálsamo. ¿Acaso no hay una comisión que se comprometa a no pasar de largo estas situaciones?

El compromiso es de todos. Si cada colombiano cuida su palabra, su lenguaje, sus gestos, el tono, lo que escribe… seguro podremos construir una nueva narrativa que genere ambientes más armónicos.

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