HOY en un MUNDO que está en ALARMA CONTINÚA…solo podemos OFRECERLES , MEDITAR en aras de la REFLEXÍON …IMAGINÉSE que por unos minutos se deja elevar…
http://youtu.be/GD5vYwr27zA
Los ECONOMISTAy el PAPA….
Por Rafael de Brigard, Pbro.
Los economistas están nerviosos con el Papa y en general con las enseñanzas actuales de la Iglesia católica sobre estos temas. En el fondo a todos ellos les parecería muchísimo mejor que el Papa y la Iglesia no se metieran en ese reino de eruditos y que más bien volvieran a la sacristía a oler incienso y hacer algunos rezos. El capitalismo es intocable y quien lo haga incurre posiblemente en excomunión ipso facto dictada por ese sanedrín que maneja las cuentas de este mundo. El libre mercado está fuera de discusión y sobre la ley de la oferta y la demanda no hay nada nuevo que decir, sino simplemente caer de rodillas y adorarla, pues es la que genera el equilibrio del universo, opinan los expertos. Y ni hablar de los super-sueldos de los jefes y mucho menos de la repartición de las utilidades pues están predestinados y solo un cataclismo universal podrá hacer que las cosas sean de otra manera.
El argumento más fuerte que esgrimen hoy en día los economistas y todos los que se parecen a ellos es que nunca como ahora, gracias al modelo capitalista, hubo tanta gente en el mundo gozando de bienestar. Por tanto es absurdo cuestionar este sistema en lo más mínimo. Se acepta la primera afirmación, mas se duda de la segunda. Se supone que en este paraíso capitalista lo único que hay que hacer es entrar a las fuerzas de producción y allí hay oportunidades para todos. El problema es que las puertas de acceso a donde están las oportunidades, de hecho, son cada vez más estrechas y a veces, cual puerta de Transmilenio, es más la gente que sale que la que entra. Y si se quiere, afirman, cada cual puede dedicarse a la tarea que mejor le parezca pues se goza de total libertad. Esta candidez no es aceptable pues la primera gran regla del capitalismo es que si no hay plata no hay modo de ejercer la libertad y mucha gente no tiene plata.
Pero la idea no es tumbar la estantería de la ciencia económica. Más bien sería mucho más interesante que se entendiera la real intención de las enseñanzas papales y de la misma Iglesia católica. En el fondo la idea es una sola: que se haga mucho, pero mucho más por los pobres y los débiles. Y es que hay dinero suficiente para que ingentes multitudes puedan cambiar su pobre condición vital, pero es necesario que los economistas se las ingenien para hacer que la riqueza fluya más rápidamente hacia los pobres. Y esto sin desbaratar el sistema que produce la riqueza pues sería como matar la gallina de los huevos de oro. Y en particular se puede dirigir la petición a los ricos y no tan ricos en particular: muevan con más generosidad y rapidez sus fortunas hacia las inmensas necesidades de los pobres, en la seguridad de que el retorno será mucho mayor de lo esperado en todos los sentidos.
Sin dejar de reconocer que nuestros amigos economistas –Carrasquilla y Ospina Sardi, por ejemplo- pueden tener razón en sus argumentos técnicos (forma elegante para expulsar a los legos de la discusión), es necesario también llamar la atención para que el mundo de la riqueza y de los ricos y no tan ricos, no se atrincheren insensiblemente en sus fortunas, la mayoría de las cuales son fruto honesto de su trabajo, sino que alarguen su mirada sobre los desposeídos del mundo. ¿La razón? Por el simple y enorme gusto de ver bien a toda la gente, por la alegría de que una, dos, tres … n personas salen de su pobreza y encuentran sosiego y oportunidades en la vida. No por teorías económicas o por ideologías o por lo que dicen en las escuelas de negocios, sino por un simple sentido de solidaridad de especie, la especie humana, es que se les puede pedir a los que tienen que hagan mucho más por los pobres. Y en esto no hay delito ni engaño.
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