En este momento histórico, momento donde la ciencia, el conocimiento, la tecnología, la inteligencia artificial y la información circulan sin ninguna restricción a través de las redes sociales y los medios, quizás con una intencionalidad o propósito cultural, o con la mala intención de manipular consciencias, pensamientos y comportamientos, es necesario que comiencen a analizarse con detalles los procesos de formación escolar de niños, niñas, jóvenes y adultos, pues no se puede vivir dependiendo de lo que piensen los otros sin deshacernos del lastre de la ceguera intelectual. Por tanto, no puede faltar una elucubración sobre la trascendencia de la lectura crítica como procesos cognitivos de orden superior y de suma importancia en la formación intelectual del ser humano en una sociedad del consumo.
Según mi percepción, la lectura crítica es un proceso complejo que se presenta a través de dos subprocesos cognitivos imperceptibles presentes en la mente-cerebro de un lector competente a través de las relaciones sinápticas. El primer subproceso se le denomina la comprensión. En éste, el lector posa con atención y concentración sus ojos en la información expresada en el texto descodificando, asimilando, equilibrando y acomodando la nueva información a su estructura mental y/o conocimientos, acrecentando su competencia enciclopédica: ese caudal de saberes y aprendizajes aprendidos en su experiencia humana. Sin embargo, allí no culmina el proceso lector, pues falta la interpretación, subproceso que se manifiesta cuando el lector exterioriza lo aprendido del texto no de manera similar a lo leído, sino haciendo suyo de manera creativa lo comprendido del texto. Así, de esta forma, el lector se apropia de la información y de los conocimientos ofrecidos por el autor, pero ahora los hace suyos e inicia un ciclo de exteriorización o socialización, contando o enseñando, con un toque muy personal, lo aprendido. Entonces, se puede afirmar que una lectura crítica que ha pasado por los niveles literal, inferencial y crítico-intertextual ha realizado su función generadora de conocimiento.
Actualmente, ante una realidad obscura y desesperanzadora donde la falta de empleo y escasas oportunidades de movilidad social llenan de zozobra al ciudadano del común, la formación escolar desde la lectura crítica serviría mucho en la transformación del pensamiento, el conocimiento y los comportamientos de los nuevos ciudadanos que, inmersos en esta sociedad consumista y superficial, les permita acceder a los aprendizajes de la literatura, la ciencia, la sociología, la tecnología, la filosofía, entre muchos otros saberes sin necesidad de tener siempre un maestro al lado o de tener un líder para alcanzar sus objetivos y poder movilizarse en el campo sociocultural de este siglo XXI. Conocimientos para no ser meros espectadores o ceros sociales a la izquierda; que sean los aprendizajes y conocimientos los motores para que puedan laborar de acuerdo a las competencias aprendidas sin las ataduras del manipuleo y la imposición.
Por último, creo que es pertinente realizar un ineludible análisis para que el hambre, la violencia, los comportamientos antiéticos y la corrupción como su máxima expresión sean desterrados de nuestra realidad y no direccionen el rumbo de un país que aspira a progresar con y desde la educación escolar, tal vez encontremos el rumbo hacia el progreso y el desarrollo. Se requiere que la posibilidad del progreso social y cultural de una nación eufemísticamente en vía de desarrollo despierte e inicie desde las aulas de clases una revolución de acciones concretas para que niños, niñas y jóvenes, adultos del mañana, puedan materializar sus aspiraciones y sueños. Pues se vive un periodo de incertidumbre social, política y cultural que debe realizar una reflexión seria desde la academia, llámese escuela o universidad, que sirva para encauzar aquella vieja utopía de una educación liberadora de hombres y mujeres de las cadenas de la esclavitud de la ignorancia y la ignominia de la exclusión. No obstante, para esa liberación se debe comenzar a trabajar la lectura crítica como herramienta alternativa y potenciadora del pensamiento y el conocimiento, que sirva para que cada persona pueda libremente construir su proyecto de vida desde su preparación académico-intelectual.