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Israel es como un veterano que le tira piedras a la casa de la
 vecina (Palestina). Así lo describió alguna vez Hernán Casciari en uno de sus escritos 
sobre el mundo. Las piedras que arroja Israel se las proporciona un amigote que
 le fascina meterse en líos; mientras que los hijos de la vecina, sin ser santos
 de devoción, responden con caucheras desde su pequeño tejado.

Sobre el cruce de cohetes sofisticados y bombas primitivas solo 
queda una cosa: «nada». No pretendo justificar ninguna posición ni 
ideológica, ni política, ni religiosa entre Israel y Palestina, pero sí
 reflexionar sobre la naturaleza humana del asunto. Aunque es un tema que
 debería de solucionarse por una vía distinta a la desigual confrontación bélica
de de hace años, se busca rescatar la única posición válida que está por encima de
 la guerra: la posición humana. ¿pero qué naturaleza la define?

La circunstancia que nos convierte naturalmente en humanos supera 
la condición de nacer, reproducirse, matar o morir. Nos hace más humanos usar
 la razón, pero nos hace menos, creer tenerla siempre de nuestro lado. Contar
 con la posibilidad de cambiar nuestras condiciones y nuestras relaciones con 
los entornos y demás individuos nos convierte en humanos, sin embargo fracasar en la transformación y llevarnos
 directo a la muerte puede ser la peor de nuestras frustraciones como civilización.

Apuntarle con armas a niños (y en el peor de los casos
 matarlos),  independientemente si
defienden o no con piedras un territorio, es la acción más contradictoria de 
nuestra naturaleza humana. El orden natural se convierte en un corto salto de
nacer a morir sin derecho a la mínima reproducción.

derechos humanos ilustracion.jpg¿Es natural el comportamiento salvaje que se da en la franja de Gaza 
o lo ha creado las relaciones militares y religiosas entre Palestina e Israel?Existen
 dos alternativas de respuesta según como veamos a la sociedad y a la política.Dichas formas dependen de la manera como entendemos la naturaleza esencial del
 ser humano. Una manera es como lo explicaba Thomas Hobbes, quien asumiendo el 
salvaje que llevamos dentro definía al «hombre como un lobo para el hombre».
 Somos malos por naturaleza, corruptos y depravados, vivimos con temor constante
 y con el peligro de una muerte violenta. Por lo tanto, solo traspasando nuestros derechos naturales a una autoridad absoluta
 es posible evitar una guerra.

La otra manera de verlo, es más optimista. Se trata de pensar como 
Jean Jacques Rousseau. Se consideraba que el ser humano, por naturaleza, es una 
especie de «buena persona», que siendo sosegado y dócil se preocupa únicamente
 por cubrir sus necesidades más inmediatas; pero sin olvidar que es la manera
 como está organizada la sociedad quien termina por corromperlo y volverlo un 
salvaje. Argumentaba que la sociedad que hoy en día conocemos como civilizada
 es el germen de los problemas y son los derechos sobre la propiedad los que 
generan las guerras.

Tanto el uno, como el otro, creían en la necesidad de un contrato 
social, un tipo de sujeción ante la ley. Sin embargo para Hobbes, la única
manera de vencer la depravación humana consiste en conservar el estatus quo, controlar
la seguridad, el orden, cediendo derechos e imponiendo la moral. Mientras que
para Rousseau, la manera de vencer el
egoísmo, resultado de la civilización, está en aceptar la voluntad general de
la población.

Los israelíes se están educando bajo una serie de preceptos que
 desde las familias exaltan los valores del patriotismo y defensa del orden. Por
 su parte la juventud palestina solo entiende que la manera de encontrar una 
posibilidad digna de reconocimiento está en combatir a un enemigo invasor. Al 
final, lo único que une a las dos
 sociedades son el sacrificio y el coraje; no por sobrevivir sino, por sostener 
una extrema idea de lucha que mata sus posibilidades de evolución.

La guerra es un criterio político y social de nuestros tiempos, es 
un negocio muy rentable que no debe ser desmontado por el bien del
 establecimiento. Lo más conservador de nuestros gobiernos desconfía de los 
nuevos modelos de sociedad, cosa contraria de lo que piensa la izquierda. Los
 que están atraídos por esta última idea, creen que si se reforma a la sociedad,
 se transforma a las personas.

Si usted cree que los colombianos somos corruptos por naturaleza
 pero gracias a un orden social nos podemos llevar bien, entonces usted está de
acuerdo con Hobbes; pero si por el contrario, cree que por naturaleza somos 
nobles y es la sociedad colombiana quien nos convierte en depravados sociales,
 entonces está de acuerdo con Rousseau. Al final, por esencia ¿Somos salvajes o
 no?

Twitter @JavierUrreaC

Dibujo Lucas Agudelo

Nota: La colaboración entre el dibujante y el escritor que se presenta en este blog esta intencionada para producir reflexiones y preguntas desde medios expresivos diferentes. Los temas y las problemáticas son producto de las inquietudes comunes de los autores sin que esto signifique que exista un acuerdo previo sobre el enfoque de cada cual. Los autores se encuentren directamente en este blog como una forma de compartir o confrontar opiniones.

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