Seamos honestos por un momento: un miserable como el que fue capaz de violar a una bebé de dos meses en el sur de Bogotá el 31 de julio del 2012 no merece vivir. Punto. Mucho menos si con esto le causó la muerte a la niña.
No me importan los alegatos de los religiosos con sus «segundas oportunidades». No me importan los puristas que abogan por los derechos de estas bestias. ¿Debido proceso para un personaje capaz de hacer algo tan salvaje y ruin? Pregunto a los que saldrán a defender sus «derechos» y a criticar esta postura por tomarme «atribuciones divinas»: ¿le dejarían al cuidado de este sujeto a su hermanita, hija o nieta de dos meses, aún cuando «se haya rehabilitado»? No sé. Lo dudo.
¡Ojo!, no estoy pidiendo o instando a que lo linchen ni que lo asesinen en una cárcel. Simplemente expreso mi consternación e impotencia por casos como este. Por eso me declaro a favor de que en el país se pudiera instaurar la pena capital para asesinos y violadores como el que mató a la pequeña.
La senadora Gilma Jiménez ha venido luchando con su propuesta de imponer la cadena perpetua para violadores de niños. Nadie la escucha. Acá no se permite la pena de muerte por lo que una condena de por vida sería lo máximo que podría recibir un delincuente pero, ¿les parece justo con sus impuestos pagar la salud, la alimentación y el alojamiento de un sujeto capaz de matar a una bebecita violándola?
Así uno esté en desacuerdo, debe acogerse a la ley y acatarla. Muchos, siguiendo un viejo refrán dicen: «No le deseo la muerte a nadie». Yo, conciente de lo que se me puede venir encima, afirmo que sí le deseo la pena capital a este tipo de sujetos, y en especial al que cometió este crimen. Sí, creo que alguien capaz de acometer contra una infante de tan solo DOS MESES perdió su derecho a vivir.
Lo primero es que nunca, escúchenme bien, NUNCA, estos monstruos van a dejar a un lado su conducta predatoria. Esto los hace un peligro para la sociedad por lo que deben permanecer aislados de la misma para siempre. Me pregunto, ¿cuánto le cuesta un preso al Estado por año y cuánto le costaría uno de por vida?
Es cierto, recluir a estos personas de forma perpetua implicaría un gasto enorme: usted y yo, de nuestro bolsillo, pagaríamos la comida que les den, al igual que los médicos que los atiendan, la luz del penal donde residan e, inclusive, los guardias que deberán protegerlos para que otros reclusos no se tomen la justicia por sus propias manos. Pero ya que la sociedad no puede linchar ni someter a estos individuos a la «justicia de la calle», aprobar la «cadena perpetua» es el paso mínimo que debemos dar para evitar que bestias así ronden las calles.
Ojalá nuestras leyes contemplaran la inyección letal o la silla eléctrica como una posible condena. Como no se puede, busquemos alguna medida que amedrente un poco al menos a estos psicópatas y esta no puede ser otra que la mano dura y el temor a la ley como una herramienta de contención.