Pretendo, desde afuera de la comunidad LGBTI apoyar su lucha, reivindicar sus derechos, así me caigan encima los contradictores y me llamen con epítetos homofóbicos y crean que eso me va a doler. En un país moderno, laico, plural, una familia gay debería tener los mismos derechos que tenemos las personas que formalizamos las relaciones heterosexuales.
Por un lado escucha uno a miembros de la comunidad LGBTI en su lucha por defender sus derechos básicos y fundamentales, como poder tener mecanismos legales que protejan su amor, a sus parejas y les brinden la posibilidad de formar una familia encuentra con tantos enredos que queda uno desubicado.
En contraposición están aquellos que, también en todo su derecho y guiados por fobias o por fuertes creencias mayormente religiosas, han arremetido contra personas iguales a uno, con la misma construcción fisiológica, con las mismas obligaciones, pero con una orientación sexual distinta.
Empecemos por definir el término familia, que es principalmente el resultado de un matrimonio. Según la Real Academia de la Lengua, familia es:
1. f. Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas.
2. f. Conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje.
3. f. Hijos o descendencia.
4. f. Conjunto de personas que tienen alguna condición, opinión o tendencia común. Toda la familia socialista aplaudió el discurso.
5. f. Conjunto de objetos que presentan características comunes.
6. f. Número de criados de alguien, aunque no vivan dentro de su casa.
7. f. Cuerpo de una orden o religión, o parte considerable de ella.
8. f. coloq. Grupo numeroso de personas.
Según el idioma, para empezar, podríamos concluir que una pareja gay podría sin ningún problema formar una familia. Pero empiezan los líos y los entramados que enredan esta posibilidad para los gays en nuestro país de reclamar sus derechos. El artículo 42 de la Constitución entiende la familia como «el núcleo fundamental de la sociedad». Dice la Carta Magna, además, que la familia «se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla».
Pero como esto es muy enredado, la Corte Constitucional en la sentencia T-716 de 2011 interpretó que una familia no podía definirse como lo dice ese artículo, mejor dicho, que los gays sí pueden ser familia. En el fallo que cambió el concepto dice: «El vínculo familiar se logra a partir de diversas situaciones de hecho, entre ellas la libre voluntad de conformar la familia, al margen del sexo o la orientación de sus integrantes. Por lo tanto, resulta claro que la heterosexualidad o la diferencia de sexo entre la pareja, e incluso la existencia de una, no es un aspecto definitorio de la familia, ni menos un requisito para su reconocimiento constitucional».
Consulté a Marcela Sánchez, la presidenta de Colombia Diversa y ella manifiesta que esto es un tema de exclusión, que muchos se niegan a aceptar que los gays puedan acceder a la figura del «matrimonio». Pero, como ella lo explica, «es el único contrato legal existente para afianzar ese vínculo». En otras palabras, la comunidad LGBTI no pide que los casen en iglesias ni que les den bendiciones. No. Ellos piden que puedan tener los mismos derechos que tienen todos los ciudadanos.
Otro de los temas que preocupan a los más conservadores, a los inventores de la ‘Unión Solemne’, es la adopción. En este momento hay personas gay que adoptan. De hecho, ni siquiera es requisito estar casado para adoptar. El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) es el que decide si la persona es «idónea» o no. Pero no mencionan la orientación sexual en este ítem. Así que, esto es otro tema aparte.
Por último, y como mensaje a esos «cristianos» que abogan por los «valores», si miraran bien la doctrina del Jesús a quien dicen venerar, entenderían que ese hombre, el nazareno, prohibió apedrear a las prostitutas, besó a los enfermos, perdonó a los transgresores. Y ahora ustedes quieren discriminar a personas que no han cometido falta alguna, que son iguales pero diferentes.
Yo sí apoyo el matrimonio igualitario.