El martes 29 de octubre de 2013 el estadio El Campín retumbó con un “Uouououó”. Las cerca de 30.000 ‘biliebers’ que deliraban ante el playback de su ídolo, su amor adolescente, no podían creer lo que veían: que aquel joven canadiense vestido de blanco con su clásica blusa esqueleto pisara tierras chibchas. Me imagino (campo especulativo y falto de investigación el que voy a pisar) que coreaban como si fueran protagonistas de novela un fuerte, “te queremos, Justin, te queremos”, anhelando que él, Justin Bieber, las escuchara, las entendiera, y se sintiera profundamente conmovido.
Y pareciera que esas vivas y esos llantos hubiesen tenido efecto, pues a Bieber le gustó tanto, pero tanto, Bogotá, que se quedó un día más. Según testimonios de taxistas visitó algunas “señoritas”, que no eran ‘beliebers’ propiamente, y también quiso dejarnos como regalo su arte (¿?) en la calle 26.
Gracias al Noctámbulo de City TV, pudimos ver cómo Justin nos rayó la cara, ‘uouououó’, y con la protección de los policías que pagamos con nuestros impuestos, “baby”, pudo pintar grafitis, además inmundos, para seguir ensuciando las ya deterioradas paredes de esta “ciudat” humana (¿?).
Confunde un poco que a algunos de los que rayan las paredes los maten en persecuciones y a otros los cuiden. Que para la autoridad los esperpentos que pintó el ‘baby’ Justin sean una obra de arte, mientras los esperpentos de otros sean simples actos de vandalismo. ¿Ser mono, rico, pinta hace que un garabato en una pared deje de ser un garabato y un acto delictivo? Como que sí.
Además, fue muy bonito el mensaje que dejó el ‘Bieber’ cuando mostró todo su apoyo a su amiguis, el también cantante Chris Brown. Para quienes no lo conocen, Brown se hizo más famoso por su amor con la espectacular Rihanna a quien agredió y por lo que terminó en líos con la justicia (feministas salvajes aparecen en 1,2…), que por su música.
Un buen grafiti, un buen mural, hacen parte de una escena urbana bonita, dan vida a la ciudad. Pero rayones, como los del canadiense el pasado miércoles 30 de octubre en la noche, al igual que muchos de los que uno ve en los recorridos diarios por la capital, no hacen más que contaminar visualmente. Existen colectivos serios, verdaderos artistas, a quienes barbaridades como las de Bieber los afectan porque satanizan su oficio. Lástima que a ellos no les den paredes tan fácilmente ni los escolten.