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Post 1:
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El comentario generalizado acerca de  lo que pasaría en Protagonistas acerca de la salida de Elianis Garrido, tenía que ver más con el odio generalizado que se le tiene a la concursante que con las dichosas reglas de la casa estudio. Los sentimientos que despertaba dicha concursante en su  permanente guerra con Oscar, la enfrentaban de por sí a miles de gais que veían en ella a una homofóbica empedernida; era obvio que los insultos que ella le decía al a veces insoportable concursante, generaran reacciones por parte de éste. Para un insulto tan elaborado como «prospecto de travesti de pueblo» la respuesta indiscutible era algo que se edificara con  la palabra «lesbiana», lo que muestra que las preferencias sexuales siguen siendo un referente negativo para tratar a  las personas. Pero el ultraje físico se pasó de la raya. Me parece bien que el canal haga valer las normas para este tipo de comportamientos, eso le da cierta credibilidad para el televidente, sumado al discurso de Andrea Serna acerca del «ejemplo» que se está dando con el programa. En el otro canal, en el Desafío, sucedió algo parecido, los costeños se enfrentaron a la eliminación de uno de sus participantes  porque los sorprendieron haciendo trampa, mejor dicho, ellos mismos se clavaron el cuchillo por una conversación en la que contaron  cómo habían ganado de manera fraudulenta. ¡Qué tal! En los dos programas, que son vistos por miles de niños y adolescentes, mostraron aspectos tan negativos del comportamiento humano como la agresión y la trampa… que bonito retrato de la realidad nacional, programas que se consideran entretenimiento  resultan ser experimentos controlados de todas las cosas negativas que tenemos como personas. Me pregunto, lejos del rating y los niveles de sintonía, ¿cómo debe hacer un padre para contextualizar estas actividades mostradas de manera  explícita en las pantallas de nuestros principales canales?. También me inquieta la reacción que tuvieron los farsagonistas  con la salida de Elianis: Edwin Mucha Masa casi muere ahogado en su propio llanto, Sebastián Fastidio  estuvo inconsolable… ¿qué pensaría la Garrido al salir y encontrar en toda la web  las fotos de su «novio» haciendo shows de striptease en bares gay? Ácido.
Post 2:
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Para seguir con el reality, me preocupa sobre manera la conversación de Mateo acerca de su reinvención, según eso el muchacho se intentó suicidar dos o tres veces porque no se soportaba a sí mismo. Sigo acá con el cuento de los valores reales de estas personas, pues deja mucho que desear que el acné o la estatura sean motivos suficientes como para que alguien atente contra su vida. ¿Será que lo que allá  acontece es un reflejo, triste por cierto, de la realidad de nuestros jóvenes? Pero lo que si me pareció gracioso fue la negación de Mateo respecto a su «nombre de antes» que no quiso revelarle a Ximena, ya lo tengo: Yosman Tampoco es una aberración de nombre como Alberony, por ejemplo. Amargo.
Post 3:
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La serie de televisión The River de AXN que presenta formato de reality (obviamente, sin serlo) tiene ese tipo de componente que uno debe encontrarle con el tiempo, justo cuando uno la empieza a entender ya se va a terminar. Es que el cuento paranormal siempre va a dejar una especie de amargura porque, como pasó con Lost, solucionan todo de manera tan fácil que lo intrincado de la rama resulta ser una burla para el espectador. Siempre termina uno sintiendo que faltó un poco de pelo para la moña, que una idea tan atractiva se solucione de manera simplona, cosa que no pasa con Homeland, por ejemplo, de la cual esperamos la segunda temporada con ansias, pero The River me resulta desabrida.

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