Extrañaré, sin duda alguna, mis conversaciones cronometradas hora a hora con mis amigas y mis amigos; conversaciones en las que todos los tópicos quedaban cubiertos como en un magazín interminable, donde hablábamos de serie de televisión, películas, libros, opera, canciones nuevas y viejas, artistas vivos y muertos, pintura, recetas de cocina, la realeza europea, la fauna colombiana (incluyendo todos los especímenes), vida amorosa pasada y presente, gatos, perros, colores, ciudades, países, medios de transporte, chistes malos y comentarios en el muro de facebook.
No extrañaré, para nada, esa gente que no tiene nada que decir, que no sabe donde está parada, que ignoraba por completo quien era quien cuando cada quien era alguien. Olvidaré sin temor alguno a quienes no tenían nada que contar, porque simplemente no hacían nada, esos ociosos que se la pasan viendo vivir a los demás y se catalogan en el rubro de inaportantes, a esos no extrañaré.
Extrañaré la comida, sobre todo los sanduches cubanos y los embutidos, extrañaré la sopa de tomate y una bala tumaqueña con camarones, extrañaré las bebidas colas y las cosquillitas en la garganta. Extrañaré el antipasto y los espaguetis con boloñesa, la pizza de manzanas caramelizadas con queso azul y mis famosas empanadas congeladas. Jamás dejaré ir de mi mente y mi lengua el sabor del amaretto ni del aguardiente sin azúcar.
No extrañare, absolutamente, el guineo ni la remolacha, ni las piernas de pollo por las que casi me hago judío, Olvidaré fácilmente la mazamorra, el sancocho de espinazo y cualquier cosa que haya sido hecha con pescado con espinas. Dejaré atrás la aguadepanela, el jugo de tomate y la chicha. Borraré de mi mente el guarapo y el vino de cerezas.
Extrañaré el viento frio entre los rascacielos bajo el cielo azul, el vientecito de Cali a las cuatro de la tarde y los atardeceres manizaleños; extrañaré las palomas de la Plaza Bolívar, la subida a Monserrate y sentarme a ver el atardecer de Cartagena. Extrañaré también el paisaje Boyacense, los viñedos y el Malecón. Los pasos cansados en Villa de Leyva y la Tai Pan Bakery de la 194 Canal street. Extrañaré el mar calientito, el rio frio, las lagunas frescas y el aire pesado en el nevado. No me hará falta la tierra roja que no sirve para sembrar pensamientos, todo lo otro lo extrañaré.
Extrañaré la música de la nueva era, las canciones en francés y en italiano, cuatro vallenatos que me gustan, el Dueto de las Flores, a Enya y a Abba. Me hará falta escuchar Espumas y la canción de Goyte que no he podido sacarme de la cabeza desde que la escuché. No extrañaré la música de los ascensores, no recordaré a Bieber ni al Animal Nocturno; aunque muchos no lo crean… olvidaré Il Pulcino pio con el que los atormenté tanto.
Extrañaré mi familia, la sonrisa y la risa, la carcajada y la lágrima de alegría que tantas veces brotó al final de mis bromas, extrañaré los multieventos donde mi hermana y el tener cada semana un motivo diferente para celebrar. Olvidaré el dolor de la pérdida, del encierro, de la ausencia. Extrañaré mi cobija de lana felpuda y dejaré en el olvido la almohada de espuma de la Nasa que nunca pude acomodar en mi cabeza.
Extrañaré a los que me leen, sin saber por qué lo hacen, extrañaré las temporadas nuevas de las series, aunque nunca me recuperaré de la cancelación de Pushing Daisies; extrañaré los libros de Green y de King, las películas de De Palma y las historias de zombies. Extrañaré Plaza Sésamo y El capitán Centella (ya los extraño) y mis camisetas de súper héroes. No extrañaré a Rita Repulsa ni a ningún otro villano. Extrañaré que extrañaba o tal vez ya no extrañaré si es que el mundo se acaba. Si no pasa nada… pues seguiré acrecentando mi lista con algunos poemas y nuevos amigos… para no extrañar los viejos.¡FELIZ FIN DEL MUNDO! ¡BIENVENIDO NUEVO MUNDO!
Leonardo Pineda, Estudio Administración de Empresas y trabaja como Terapeuta Físico especializado en Quiropraxis y Técnicas alternativas de masaje. Amante del cine desde siempre, teleadicto compulsivo, columnista de cine del diario local y con buenos lectores virtuales (muchos y de variado talante).
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